El 14/8 arrasó la burguesía
El mayor logro institucional desde el colapso del 2001
(Algunas primeras reflexiones - L. Rubiales, 19/8/2011)
“Lo mejor que tienen estas elecciones es que festejamos todos. No sabemos cómo salió la elección, pero festejamos” (Eduardo Duhalde, a las 22.25 del 14 de agosto de 2011).
“Hay que festejar porque votó más del 75% de la gente” (Mario Das Neves, minutos después).
“Gracias, muchas gracias, gracias a todos los argentinos y argentinas que hoy construyeron un hecho histórico como es el de haber concurrido a votar por primera vez en elecciones Primarias para ampliar la democracia, para profundizar el cambio. (…) estas primeras elecciones Primarias, que constituyen una auténtica reforma política (…) me siento muy orgullosa de haber podido, junto a todas las cosas que hemos hecho desde el año 2003, también coronar esta reforma política que parecía imposible” (Cristina Fernández de Kirchner, 21.30 del 14 de agosto de 2011).
Las palabras de dos siniestros personajes de la política argentina, y las de la Presidenta, son ilustrativas del triunfo obtenido por la burguesía.
Se trata de un logro que trasciende ampliamente el 50% obtenido por el kirchnerismo.
No se trata del triunfo coyuntural de tal o cual lista. Se trata de haber comprometido a la abrumadora mayoría de la población en el aval a una reforma política “histórica” (al decir de la Presidenta), más allá de quién sea el gobierno de turno (los gobiernos pasan; el poder y las instituciones quedan, también suele repetir la Presidenta).
Se trata del primer gran triunfo institucional que la burguesía en su conjunto logra después del “colapso” de diciembre del 2001. Como dijimos en muchas oportunidades, las dos administraciones Kirchner se demostraron como los más capaces artífices de cierta recomposición de la confianza de las masas en algunas de las instituciones del Estado (por ejemplo, la naturalidad con que se “acepta” la militarización de la zona sur de la capital federal y el GBA por vía de la Gendarmería y la Prefectura, tras el retiro del cuadro de Videla y los juicios a los genocidas, al mismo tiempo que se cuestiona a la Metropolitana de Macri).
Pero nunca habían logrado restablecer la confianza en el sistema político; es decir, en la recomposición de los partidos políticos capitalistas, base constitutiva del régimen democrático burgués. Muchos fueron los intentos realizados desde el 2003 (la “transversalidad” y otros ensayos) para poder recomponer una suerte de bipartidismo que, durante décadas, había dominado la escena política nacional. El intento actual viene a asegurar que se queden todos, los que nunca se fueron.
Mes a mes, año tras año, la ciudadanía venía demostrando su desconfianza y una sostenida tendencia hacia una cada vez mayor dispersión de los votos en el ámbito parlamentario, tal como se demostró también en octubre de 2009.
Esa fue la voz de alerta que decidió a CFK a darle curso parlamentario al proyecto que ella misma había presentado siendo aún senadora bajo la presidencia de Néstor Kirchner. Era el momento de llevar a la práctica la ley que “encarrilara” al conjunto de la población. No sólo ni en lo fundamental para asegurar el propio triunfo en el 2011, sino para dejar establecido un reaseguro institucional para el conjunto de la burguesía.
La nueva ley no es la especulación minúscula de un gobernante de ocasión: es una política de Estado.
Por algo, más allá de alguna protesta parcial (por ejemplo, contra el veto presidencial a dos artículos que posponían su aplicación hasta después del 2011), ninguno de los representantes políticos capitalistas objetó la ley en su conjunto. Tampoco lo hicieron las llamadas fuerzas “progresistas”, incluyendo en ellas a las corrientes provenientes del trotskismo. Nadie quiso, siquiera, plantear la inconstitucionalidad de la ley, en tanto cercena derechos políticos elementales de cualquier ciudadano. Todos y cada uno especularon –en los hechos– que la “limpieza” que provocaría la ley, arrimaría agua para su propio molino. Los únicos planteos de “inconstitucionalidad” son muy recientes y sólo a efectos de cuestionar el piso del 1,5% de los votos o el uso de la publicidad oficial durante la campaña electoral. (Pino Solanas sostenía, en marzo de 2010, “Voy a ir a la segunda vuelta con Néstor Kirchner”!!!)
8 El Gran Juego: “Presionando por el Voto”
El objetivo de fondo que se jugaba la burguesía quedó expresado en la desmesurada e inusual campaña para convencer a la gente de que debía ir a votar, para legitimar así, con la participación popular, el gran salto antidemocrático que significa la reforma política.
Primero se intentó sembrar la idea de que se trataba de dirimir las internas partidarias, lo cual es de por sí una aberración al plantear que todo el padrón electoral tiene derecho a definir quiénes serán los candidatos de cada partido, derecho que sólo le compete a sus respectivos afiliados y/o empadronados por cada fuerza.
Luego, llegados al punto en que ningún partido o alianza presentaba más de una lista, el argumento se tornaba completamente vacuo. Entonces, desplegaron toda la propaganda en torno a que, cuantas más veces votamos, más “consolidamos la democracia” (¡??!!).
Pero, como con las “ideas” no alcanza, desplegaron la batalla por el voto por vías más concretas. Por un lado, se lanzó un inmenso operativo mediático para poner de relieve la obligatoriedad del voto y las sanciones que se aplicarían en caso de incumplimiento. Al estar planteado como una “novedad”, pretendía que nadie recordase (¡y vaya si lo lograron!) que siempre hubo sanciones, que siempre fueron amnistiadas, y que en caso de cumplirse debe pagarse una multa equivalente a… ¡Un Austral!!! (imposible de traducir en moneda actual); además, la obligación puede evadirse mediante un certificado médico, una constancia de extravío del documento o por razones de hallarse a más de 500 km del lugar de votación.
Por el lado de la “Justicia”, María Servini de Cubría, desde su sillón al frente de la Secretaría Electoral de la Capital, prestó el mayor aporte a la confusión general: Presentó en dos oportunidades una acordada según la cual quien no votase el 14 de agosto, tampoco podría hacerlo el 23 de octubre. Esto era un sinsentido completo que no resistía el más elemental sentido común y, por supuesto, iba a ser reprobado por la Cámara Nacional Electoral (CNE). Pero, con toda precisión, aportando su parte al Gran Juego, la CNE recién se expidió en contra de esa propuesta dos días después de que el engaño hiciera su efecto.
8 La Democracia y los Derechos Humanos
En un operativo que no dejó pieza sin jugar, cuando se entraba de lleno en los plazos de inscripción de las listas, la Justicia sobreseyó a Roberto Martino y las FAR en los procesos abiertos contra ellos por haber realizado un acto de repudio al genocidio del Estado de Israel contra los palestinos.
Así, se evitaba llegar a la campaña electoral con una gran bandera que pudiese opacar el sentido de “democracia” y “derechos humanos” que se agitó hasta desde las filas de Duhalde.
Sin embargo, el 16 de agosto (a dos días de las Primarias exitosas), se publicitó que la Cámara Nacional de Casación Penal hizo lugar a una apelación presentada por la DAIA, por la cual se deja sin efecto el sobreseimiento y se da curso al proceso por los delitos de “Prepotencia ideológica” y de violación de la ley antidicriminación. ¿Casualidad?... No.
Tal como lo expresaron las palabras de la Presidenta y de Duhalde-Das Neves, la burguesía tiene mucho para festejar.
No hubo una sola fuerza política que cuestionara la legitimidad de la nueva ley.
Sólo hubo lamentos suplicantes porque “Nos exigen 400.000 votos para poder presentarnos en octubre”, en la más vergonzosa campaña que pueda recordarse en la historia electoral de la Argentina.
Dentro de este panorama general, vale la pena también prestar atención a algunos datos parciales:
8 El triunfo del Gobierno
El Gobierno, como era previsible, fue el principal beneficiario del éxito electoral y de lo que en el Bandera Roja Nº 87 denominamos “El mamarracho opositor fortalece a los K”. La propaganda electoral absolutamente carente de propuestas, llevó agua al molino kirchnerista que se alzó con el triunfo con toda justeza. Los ocho años de crecimiento económico sostenido, dejaron sin argumentos coherentes a la oposición. Es que la burguesía nunca ha ganado tanto como en estos años, por lo cual su enfrentamiento con el Gobierno es más una lucha sectorial por el control del poder, que la propuesta de planes alternativos. ¿Qué medidas económicas diferentes podrían tomar si ellos estuvieran, si con este plan económico se han enriquecido más que nunca? Por eso gana CFK en todo el país, incluyendo las provincias “sojeras”, con la sola excepción de San Luis, que expresa un fenómeno local sin proyección nacional.
Por supuesto, el Gobierno no puede sentarse a esperar que el mismo resultado se repita en octubre: tendrá que “afinar” la puntería para retener el mayor caudal de votos posible. No pueden seguir confiando en que la coyuntura internacional de altísimos precios de los commodities se mantenga eternamente; más temprano que tarde la crisis europea y los posibles vaivenes de la economía china van a golpear los bolsillos de los argentinos. Por supuesto, serán los bolsillos de los trabajadores los que pagarán los platos rotos.
8 Aplastante rechazo social a las corrientes más reaccionarias
Otro dato de relevancia es el bajísimo porcentaje obtenido, en particular, por la lista de Duhalde.
Por su lado, Alfonsín perdió la mayor parte del capital que representaba su portación de apellido, al aliarse con De Narváez y, luego, aclarar que en segunda vuelta, apoyaría a Duhalde. En definitiva, digno hijo de su padre, el artífice del Pacto de Olivos.
Pero el dato contundente es el rechazo expresado por el conjunto de la población a un retorno a la política de 1990 y a la represión al estilo de la Masacre de Avellaneda. Contra todos los que amenazan y/o se sienten amenazados porque “se viene la derecha” (impactados, por ejemplo, por el triunfo de Macri en la Capital) quedó demostrado que no hay plafón social para esas políticas.
8 El “milagro” de Jorge... Rial
Un capítulo aparte merece el 2,5% obtenido por el FIT. Su lícita propaganda pidiendo un voto democrático, se transforma en una verdadera vergüenza al no haber dicho una sola palabra de denuncia y cuestionamiento a la nueva ley. Sólo fomentaron la necesidad de amoldarse a ella, para “zafar”. Ellos se postularon como “la izquierda del sistema”. Y está claro que la burguesía los eligió como tales. Nunca, en los 28 años de democracia, se le dio a la izquierda tanto espacio en los medios como esta vez. Altamira y Bregman aparecieron en cuanto programa político (y no tanto) hubo. Los que llamaban a “que no silencien a la izquierda”, no vacilaron en no mencionar jamás, ni por error, el nombre del tercer componente del Frente (Izquierda Socialista). Y Altamira no tuvo empacho en aceptar un brindis con Dom Perignon con el periodista de la dictadura Chiche Gelblung, en caso de superar el piso del 1,5%.
Un buen sector de la población decidió respaldar el derecho democrático de la izquierda, aunque no necesariamente repetirá ese voto en octubre. Pero el apoyo clave lo recibieron a partir de que Jorge Rial lanza desde su programa radial, por Twiter y televisión la consigna “Un milagro para Altamira”; a partir de una aparente ironía, se echó a andar una inédita campaña publicitaria gratuita y masiva. ¿Cómo se explica, si no, que el 0,77% del 10 de julio en Capital, trepara al 4% el 14/8? Si Altamira cree, como manifestó en la Conferencia de Prensa, que los votos fueron en apoyo a su programa político, va a llevar a una nueva frustración a su militancia y a la de sus coyunturales aliados.
La burguesía y el Gobierno no podían llegar a octubre sin que hubiera en los comicios nacionales alguna expresión de izquierda. Este solo hecho hubiera dejado al desnudo el carácter reaccionario de la reforma. Necesitaban un “adorno”, y actuaron en consecuencia.
8 ¿Cómo seguimos?
En el terreno subjetivo, estamos en una situación extremadamente dificultosa. Los resultados han expresado, casi sin distorsiones, una realidad que atraviesa la lucha de clases. Si bien hay muchas luchas –y las seguirá habiendo–, no estamos ante un proceso de surgimiento de una vanguardia política clasista independiente, tal como se expresó, por ejemplo, con la consolidación del cuerpo de delegados de Subtes, y otros, entre 2001 y 2005.
Algo similar se aprecia también a escala internacional, dentro de la cual merecen especial atención los procesos que se vienen plasmando en Inglaterra y en Chile donde, sumándose al conjunto de la protesta social, reapareció la clase obrera, lo que podría aportarle una columna vertebral al movimiento.
Intervenir, formarse y seguir batallando por una salida revolucionaria y socialista, en vínculo y diálogo con todos los compañeros con los que puedan entablarse relaciones leales, de mutua confianza, con tenacidad y paciencia, siguen siendo los desafíos más importantes que tenemos por delante en lo inmediato.3
El triunfo de la burguesía se puede cuantificar en varias cifras contundentes:
–El 80% (21.750.000 personas) del total del padrón electoral concurrió a votar para Presidente en todo el país.
–En la Capital Federal lo hizo el 77%.
–En Provincia de Buenos Aires votó alrededor del 85% de los electores.
–El 97,5% de los que votos positivos fueron para candidatos de la burguesía.
La otra cara: Votos Blancos y Nulos:
Para Presidente
–En todo el país, sumaron 1.035.000, un 5% de los votos positivos, con lo que ocuparían el 6º lugar, casi 2 puntos por encima de la Coalición Cívica.
–En Pcia. de Buenos Aires, los Blancos y Nulos alcanzaron el 6,7% (528.500).
–En Capital Federal, sumaron 2,7% (51.246).
Para Diputados Nacionales
–En Pcia. de Buenos Aires, los blancos y nulos sumaron 999.000 votos (el 13,8%), lo que representa el 2º lugar.
–En Capital Federal, fueron 62.507 (3,4% de los votos positivos).