28 de septiembre

1990 - 2013

A 23 años del asesinato de

ANDRÉS NUÑEZ
¡Castigo a los responsables
de su crimen!

¿Dónde están Julio López, Luciano Arruga y Daniel Solano?

CONTRA LA REPRESIÓN
POLICIAL E INSTITUCIONAL:

ORGANIZACIÓN Y LUCHA

Desde la LSR saludamos a
sus familiares y amigos
y acompañamos la lucha
contra la impunidad de este crimen
del Estado capitalista represivo.

LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA
Revolución Socialista
o más Barbarie Capitalista
YO SABÍA QUE A BULACIO

LO MATÓ LA POLICÍA

24 de Septiembre: Inicio del JUICIO
Concentramos desde las 8 en CALLAO y PARAGUAY

A 7 años de la desaparición forzada
de Julio López:
De eso no se habla
Miércoles 18, 18 horas,
de Congreso a Plaza de Mayo
Cita de la LSR: 18 hs. en Av. de Mayo y Santiago del Estero

Jorge Julio López hoy está tres veces desaparecido: en la dictadura, en la democracia y en el discurso de Cristina Fernández, quien declaró: “por suerte hoy nadie puede desaparecer y estamos todos vivitos y coleando”.
Vivitos, coleando y en libertad están los fascistas que lo desaparecieron, mientras se festeja 30 años de democracia y una “década ganada”
Y mientras la oposición político - empresarial milita para generar un clima golpista entre la población, el gobierno nacional recoge el guante de la derecha y decidió mostrarse como el mejor garante de la mano dura.
* Miles de gendarmes patrullan ya las calles de la provincia para ejercer más control sobre la población trabajadora y la juventud.
* Se anuncia la baja de la edad de imputabilidad para los menores, criminalizando aún más la pobreza y pretendiendo distraernos de que la mayor inseguridad para la población se deriva de los negocios entre las mafias políticas, policiales, judiciales, sindicales y empresarias.
* Se designa a Alejandro Granados al frente del Ministerio de Seguridad bonaerense, que nada debería envidiarle al viejo ministro de la Triple A, Carlos Ruckauf, por su famosa campaña de “meta bala” en los años 90...
 ¿Dónde está Julio López?
¿Dónde está Luciano Arruga?
Masacre de La Plata
Roberto “Laucha” Loscertales,
Hugo Frigerio, Lidia Agostini,
Carlos “Dicki” Povedano,
Patricia Claverie, Oscar Lucatti,
Ana María Guzner Lorenzo, Adriana Zaldúa,
todos ellos militantes del
Partido Socialista de los Trabajadores (PST)
asesinados en septiembre de 1975 por la Triple A armada por el Gral. Perón y su heredera, “Isabelita”.
Nuestro recuerdo militante
“…La mirada al pasado es imprescindible para aprender de nuestras raíces y de nuestra historia… La mirada hacia el futuro está vinculada con que los ateos comunistas no realizamos recordatorios religiosos, sino de combate y compromiso ante la lucha de nuestros hermanos caídos.
Tomamos la posta que a ellos los obligaron
a dejar las balas asesinas del enemigo…
Nuestro compromiso no es con la victoria,
que podremos ver o no, o la verán, quizá, nuestros hijos o los hijos de nuestros hijos…
Nuestro compromiso es continuar esa lucha
,
y poner de nosotros lo mejor para sembrar todas las semillas posibles en la tarea de enterrar a la sociedad de clases, de explotación y de opresión…”
 (Jorge Guidobono, dirigente de la LSR fallecido el 2-9-2007. Palabras pronunciadas en ocasión del acto homenaje en La Plata, al cumplirse 25 años de la masacre.)

Hoy, a 38 años de aquellos crímenes de Estado, mientras el imperialismo yanqui prepara un nuevo genocidio sobre el pueblo sirio y en la Argentina se le entrega a Chevron el negocio petrolero a fuerza de reprimir la protesta popular, levantamos con fuerza aquellas banderas de batalla antimperialista y anticapitalista, a la vez socialista y revolucionaria, por la que les arrancaron su vida a nuestros camaradas del PST.

SEIS AÑOS SIN GUIDOBONO

Estimados compañeros y amigos:
Hoy, hace ya seis años, sufrimos la pérdida de Jorge. Es intransmisible el sentimiento que me anima a enviarles esta misiva. Es, tal vez, más transmisible, el orgullo enorme que siento al poder decirles que la LSR -que él fundó, con tanto sacrificio, tan vilipendiado por quienes se suponía sus propios compañeros- no sólo sigue existiendo, sino que sigue teniendo políticas nacionales e internacionales inspiradas en su pensamiento. Y, además, estamos remodelando el local de un modo que, no me caben dudas, lo llenarían también de orgullo. Porque sabía que la pelea nuestra era de largo plazo y que teníamos que aprovechar al máximo estos resquicios de "democracia" que nos permiten juntarnos día tras día, para intercambiar miradas sobre la realidad que nos posibilitan construirnos como mejores personas, 
A falta de otras palabras, que me resultan difíciles hoy, les reproduzco a continuación el texto que publicamos en Bandera Roja Nº 81, a escasos días de su fallecimiento.


HA MUERTO UN REVOLUCIONARIO:
"VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA INTERNACIONAL"

Al fun­da­dor de nues­tra or­ga­ni­za­ción, al di­ri­gen­te, al maes­tro, al que­ri­do ca­ma­ra­da, al ami­go del al­ma… A un re­vo­lu­cio­na­rio con­se­cuen­te, mor­daz, irre­ve­ren­te, des­pre­jui­cia­do, sis­te­má­ti­co, ene­mi­go mor­tal del sis­te­ma ca­pi­ta­lis­ta fue­ra cual fue­ra el ar­ma que tu­vie­ra en sus ma­nos. Con­fian­do siem­pre en que la me­jor ar­ma es­tá en las ideas, en la te­na­ci­dad, en la pa­cien­cia y en la con­vic­ción de que sin la ac­ción de­ci­di­da de mi­llo­nes y mi­llo­nes de ex­plo­ta­dos que des­plie­guen to­da su ca­pa­ci­dad crea­ti­va in­su­rrec­cio­nán­do­se con­tra el po­der do­mi­nan­te, no ha­brá re­vo­lu­ción so­cia­lis­ta po­si­ble.

A sus 63 años, con más de 40 de­di­ca­dos al com­ba­te in­tran­si­gen­te con­tra la so­cie­dad de cla­ses, con­tra el Es­ta­do bur­gués, y por el po­der obre­ro y po­pu­lar, no pu­do ven­cer a un in­mun­do cán­cer que se apo­de­ró ver­ti­gi­no­sa­men­te de su vi­da. Lo que no pu­do ven­cer el ca­pi­ta­lis­mo, ni quie­nes lo ca­lum­nia­ron, quie­nes lo nin­gu­nea­ron, lo ven­ció una en­fer­me­dad que en­con­tró su es­plen­dor cuan­do, a dos años de la pér­di­da de su ca­ma­ra­da y ami­go, el Pe­ti­so Páez [di­ri­gen­te del Cor­do­ba­zo y del PST-MAS], lo no­queó la pér­di­da de Er­nes­to Gon­zá­lez, con quien ve­nía com­par­tien­do des­de ha­ce unos años una mis­ma es­tra­te­gia po­lí­ti­ca des­pués de ca­si 15 años de es­fuer­zos com­pro­me­ti­dos en la cons­truc­ción de la Li­ga So­cia­lis­ta Re­vo­lu­cio­na­ria co­mo he­rra­mien­ta pa­ra el rea­gru­pa­mien­to de la mi­li­tan­cia por la re­vo­lu­ción so­cia­lis­ta.
Lo he­mos des­pe­di­do con su ca­mi­sa ro­ja, jun­to a una ban­de­ra de la LSR y ro­dea­do de sus más ín­ti­mos y ma­yo­res afec­tos, vin­cu­la­dos to­dos con su ac­ti­vi­dad re­vo­lu­cio­na­ria.
De­ce­nas de jó­ve­nes se reu­nie­ron el lu­nes 3 de sep­tiem­bre pa­ra in­ter­cam­biar sus vi­ven­cias con Jor­ge. Era una mues­tra vi­va de la que siem­pre fue su gran apues­ta a fu­tu­ro: su pa­cien­cia in­fi­ni­ta pa­ra las jó­ve­nes ge­ne­ra­cio­nes. 
Con esa es­pe­ran­za abier­ta, con esa apues­ta a fu­tu­ro a cos­ta de lo que fue­ra, in­clu­yen­do su pro­pia sa­lud, su vi­da se de­tu­vo de­ma­sia­do pron­to pa­ra un com­ba­te tan in­men­so que en­ca­ró con sis­te­ma­ti­ci­dad, con co­he­ren­cia, sin clau­di­ca­cio­nes y con una pa­sión que, día tras día, in­ten­ta­ba trans­mi­tir­nos.
Mu­chos de los que hoy lee­mos es­ta pu­bli­ca­ción nos he­mos en­con­tra­do aquel lu­nes y nos di­ji­mos, y nos es­cu­cha­mos, co­sas bas­tan­te im­por­tan­tes, al­gu­nas de las cua­les re­co­gi­mos en una ho­ja que ya fue am­plia­men­te di­fun­di­da.
A ries­go de re­pe­tir al­gu­nas, quie­ro de­cir, en pri­mer lu­gar, pa­ra quie­nes no lo sa­ben, que el Jor­ge que to­dos co­no­cie­ron y la Li­ga que to­dos co­no­cie­ron, si bien en esen­cia hu­bie­ran si­do lo mis­mo, hu­bie­ran si­do muy dis­tin­tos y se­gu­ra­men­te mu­cho más pre­ca­rios en su rea­li­za­ción co­ti­dia­na, si no hu­bié­ra­mos con­ta­do en to­dos es­tos años con el res­pal­do que ha sig­ni­fi­ca­do la com­pa­ñe­ra de Jor­ge, el gran amor de su vi­da. 
Tam­po­co us­te­des hu­bie­ran po­di­do co­no­cer la Li­ga que co­no­cie­ron, si du­ran­te unos cuan­tos años no hu­bié­ra­mos con­ta­do en la di­rec­ción con la ac­ti­tud fé­rrea, se­re­na y equi­li­bra­da del hi­jo de Jor­ge, por elec­ción de am­bos. Con sus dis­tin­tos ro­les, mu­cho les de­be­mos a am­bos ca­ma­ra­das. Quie­ro mos­trar con es­to tam­bién que las re­la­cio­nes per­so­na­les, las más ín­ti­mas, al igual que la or­ga­ni­za­ción, tam­bién se cons­tru­yen día tras día. Na­da po­si­ti­vo nos es da­do gra­tis en una so­cie­dad que tra­ba­ja pa­ra el in­di­vi­dua­lis­mo des­per­so­na­li­za­do y pa­ra la com­pe­ten­cia más fe­roz.
Y no hay or­ga­ni­za­ción que pue­da sos­te­ner­se si no tie­ne un res­pal­do que va más allá de la mi­li­tan­cia co­ti­dia­na.

¿Qué te­ne­mos que ha­cer no­so­tros aho­ra? Re­to­mo aquí las pa­la­bras de Jor­ge, que él mis­mo nos di­ce en la en­tre­vis­ta que pu­bli­có en el nú­me­ro 80 de Ban­de­ra Ro­ja:
“Me pa­re­ce que tres o cua­tro co­sas. 
”La pri­me­ra es ser sis­te­má­ti­cos y bus­car pe­lear por al­gún ti­po de fren­te, blo­que o lo que fue­re, de uni­dad del so­cia­lis­mo re­vo­lu­cio­na­rio. 
”La se­gun­da: te­ne­mos que ser pa­cien­tes. 
”La ter­ce­ra, ma­cha­car y ma­cha­car, que ese blo­que o lo que fue­ra, tie­ne que ser de­mo­crá­ti­co. 
”Y la cuar­ta es que tie­ne que ser por la re­vo­lu­ción y el po­der. …Si no hay re­vo­lu­ción y des­truc­ción del Es­ta­do bur­gués y cam­bio de ma­nos del po­der, no a un par­ti­do, si­no a asam­bleas po­pu­la­res un mi­llón de ve­ces más gran­des que las del 2001, no hay re­vo­lu­ción. … El pro­ble­ma es quién tie­ne el po­der: o la bur­gue­sía, o el pro­le­ta­ria­do y sus alia­dos.”
En de­fi­ni­ti­va, se tra­ta de ca­mi­nar en con­se­cuen­cia con la cer­te­za cien­tí­fi­ca y vis­ce­ral de que la hu­ma­ni­dad se en­cuen­tra an­te só­lo dos al­ter­na­ti­vas: “O re­vo­lu­ción so­cia­lis­ta, o más bar­ba­rie ca­pi­ta­lis­ta”.

La elec­ción en­tre esas dos al­ter­na­ti­vas, o la pe­lea an­te esa dis­yun­ti­va, nos to­ca rea­li­zar­la a ca­da uno de no­so­tros día tras día. Por­que esa pe­lea la te­ne­mos que dar, en pri­mer lu­gar, en no­so­tros mis­mos. No es una pe­lea cu­ya con­ti­nui­dad o cu­yo re­sul­ta­do lo ten­ga­mos ga­ran­ti­za­do a par­tir del pri­mer día en que co­bra­mos con­cien­cia de la ex­plo­ta­ción o del día en que de­ci­di­mos ini­ciar una mi­li­tan­cia. Tam­po­co nos la ga­ran­ti­za el ni­vel de in­te­li­gen­cia que ca­da uno pue­da te­ner. 
La ga­ran­tía que te­ne­mos es­tá en nues­tra vo­lun­tad de cons­truir­nos pa­ra ven­cer a un sis­te­ma de­pre­da­dor, tra­ba­jan­do pa­ra so­ca­var­lo y de­rro­tar­lo en ca­da una de nues­tras ho­ras. Na­da tie­ne que ver es­to con un vo­lun­ta­ris­mo es­tú­pi­do ni con un sec­ta­ris­mo en­fer­mo que se nie­ga a ver, en las múl­ti­ples ex­pre­sio­nes de la crea­ción hu­ma­na, qué her­mo­sa po­dría ser la vi­da sin las ca­de­nas que nos la es­tán qui­tan­do en aras de la ga­nan­cia. En­ton­ces, esa vo­lun­tad tie­ne que ver, sí, con aque­lla fra­se del Che que a Jor­ge tan­to le gus­ta­ba re­pe­tir: “He for­ja­do mi vo­lun­tad con de­lec­ta­ción de ar­tis­ta”.
Pa­ra for­jar­la, con­ta­mos con una ayu­da fe­no­me­nal, cuan­do po­de­mos in­ten­tar­lo for­man­do par­te de la cons­truc­ción de un ám­bi­to co­lec­ti­vo. 
Sin du­das, des­de el lu­nes 3 de sep­tiem­bre, la vi­da de la LSR no es igual sin Jor­ge. Ini­cia­mos to­dos otra eta­pa de nues­tras vi­das. Tal co­mo re­cor­dá­ba­mos las pa­la­bras de Er­nes­to Gon­zá­lez, en el ac­to del 16 de agos­to: “Siem­pre hay que em­pe­zar de nue­vo”. 
El pun­to es si so­mos ca­pa­ces de bu­cear en nues­tro in­te­rior pa­ra sa­car a la luz lo que Jor­ge nos pe­lea­ba siem­pre: que nos orien­tá­se­mos en la vi­da a par­tir de lo me­jor de no­so­tros, y no de lo que la so­cie­dad nos im­po­ne. 
Jor­ge so­lía re­pe­tir: “El que abrió los ojos un día, ya no po­drá vol­ver a ce­rrar­los nun­ca”. Na­die que lo ha­ya co­no­ci­do po­drá dar un pa­so en su vi­da sin con­fron­tar­lo con su con­cien­cia. Por­que tu­vi­mos la suer­te de co­no­cer a al­guien ca­paz de no tran­sar; ca­paz de no do­ble­gar­se aun­que se que­da­ra so­lo; ca­paz de no de­jar­se ven­cer por las ca­lum­nias o el nin­gu­neo de quie­nes de­bie­ron ser sus ca­ma­ra­das. 
Su ob­je­ti­vo era más al­to y te­nía raí­ces su­fi­cien­te­men­te pro­fun­das co­mo pa­ra en­ten­der aque­llo de que “gris es la teo­ría, ver­de es el ár­bol de la vi­da”. 
Vi­vi­mos hoy, y te­ne­mos por de­lan­te, mo­men­tos di­fí­ci­les. Los gran­des de­sa­fíos pa­ra no­so­tros es­tán por ve­nir. Pe­ro a la ho­ra de afron­tar­los no es me­nor que nos en­cuen­tren de pie, por­que jun­tos su­pi­mos afron­tar con fir­me­za los pri­me­ros pa­sos en es­tos pri­me­ros días. 
Va­ya pa­ra to­dos mi ma­yor de­seo de que ten­ga­mos la fe­li­ci­dad de vi­vir ca­da uno de nues­tros días, has­ta el úl­ti­mo, en ab­so­lu­ta co­he­ren­cia con las con­vic­cio­nes que de­ci­mos sos­te­ner, co­mo Jor­ge lo hi­zo.
LR  (14/9/2007)
--------------------------------------------------------------------------------------------

Con mi corazón en las manos, espero sepan recibir la intensidad de este mensaje.
Un abrazo,
LR