1994 - AMIA - 18 de JULIO - 2015
A 21 años de la Masacre:
21 años de IMPUNIDAD

Este 18 de julio a las 9.53, desde Pasteur 633 sonará hacia todo el país la 21º sirena del horror. Marcará que el Estado argentino ha consumado el mayor acto de terrorismo de Estado en su era constitucional, y que ha logrado también encubrirlo durante 21 años bajo la acción política de seis gobiernos: el de Carlos Menem, el de Fernando De la Rúa, el de Eduardo Duhalde, el de Néstor Kirchner y los dos de Cristina Fernández.
El Estado argentino, en todas sus expresiones, es el responsable de la voladura de la AMIA, así como la de Río Tercero, y su consecuente impunidad, estando involucrados los servicios de inteligencia, las fuerzas policiales federales y bonaerenses, el Poder Judicial, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo bajo los distintos gobiernos. El Estado argentino y los gobiernos que ocuparon su administración consumaron la impunidad del atentado a la AMIA y pusieron su investigación y acusaciones al servicio de los intereses de la política exterior norteamericana, orientándola hacia el lado más conveniente de acuerdo con el péndulo de la lucha de clases internacional y de las decisiones tomadas por el Departamento de Estado en su política hacia Medio Oriente. “La AMIA se convirtió en un tablero de ajedrez de la política nacional e internacional” según la propia Cristina Fernández, aunque ella no señale su propia responsabilidad en esa política.
Asimismo, el encubrimiento perpetrado durante estos 21 años contó con la complicidad de las direcciones de la DAIA y de la propia AMIA. En un caso, su principal dirigente, Rubén Beraja, está directamente involucrado en el crimen y el encubrimiento, siendo un eslabón más de esa cadena. En el otro, las autoridades de AMIA se han alineado a las políticas de investigación plantadas por los servicios de inteligencia israelíes, norteamericanos y argentinos, principales involucrados.
Por otro lado, la lucha de los familiares de las víctimas se ha visto debilitada desde el momento en que un sector mayoritario representado en Memoria Activa decidiera apoyar al gobierno de Néstor Kirchner en su política –orquestada, otra vez, por la embajada norteamericana y los servicios israelíes y norteamericanos– que ocultaba la ya probada “conexión interna” –el Estado– y giraba la investigación hacia la acusación internacional contra el estado de Irán.
En este descomunal enredo jurídico y político durante 21 años, en el que actuaron poderosas fuerzas e intereses de todo tipo y color, y siempre en el más enrarecido clima que son expertos en crear los servicios de inteligencia, se ha levantado la voz de denuncia de Laura Ginsberg y su agrupación Apemia [Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la Amia - www.apemia.blogspot.com.ar/], con tal solidez que ha sido capaz de resistir durante más de diez años de existencia pese a los innumerables ataques recibidos y el silenciamiento constante de las cadenas mediáticas. Ginsberg ha sabido plantarse con una política de clase y de denuncia frontal contra el Estado –probándolo como principal responsable de la masacre– y contra aquellos sectores del poder nacional e internacional que operan en la causa.
Mucha agua ha corrido bajo el puente. Y en el marco de la crisis económica capitalista internacional y sus repercusiones en la lucha interburguesa en la Argentina –cruzada, además, por el año electoral más importante– las peripecias de la causa AMIA han “aportado” otro nuevo y siniestro ingrediente con la muerte del fiscal Alberto Nisman. Nuevamente, los servicios de inteligencia son protagonistas jugando a favor y en contra de distintas facciones del poder capitalista.
El gobierno de los Kirchner reconoció en 2005 la responsabilidad del Estado argentino en la masacre de la AMIA, pero fue, a la vez, uno de los mayores artífices del armado de la impunidad; así, deja atrás más de doce años de incapacidades para encontrar responsables internos y, por ende, de complicidad propia en el encubrimiento de la masacre.
La Liga Socialista Revolucionaria viene denunciando desde el atentado el papel del Estado, de sus servicios secretos y sus fuerzas políticas y policiales, en su consumación. En esa línea, ha compartido y apoyado de manera sistemática la lucha de Laura Ginsberg por el esclarecimiento de los crímenes y se compromete a continuar esa pelea de denuncia y movilización, porque considera que la lucha contra la impunidad de los crímenes del Estado es imprescindible en el camino de la formación de una conciencia democrática real, anticapitalista y por la revolución socialista.
Revolución Socialista
o más Barbarie Capitalista
ANTE EL PARO DEL 31 DE MARZO
El paro de Moyano y compañía es para defender los intereses
de las patronales
POR UNA POSICIÓN OBRERA CLASISTA
ANTE EL IMPUESTO A LAS GANANCIAS

La LSR considera que sobran los motivos para que todos los trabajadores del país nos unamos en un reclamo común por los múltiples problemas que nos agobian (empezando por el salario). Por esta razón, estamos a favor de discutir empresa por empresa, gremio por gremio, qué actitud tomar ante el llamado al paro, definiendo con claridad por qué peleamos y con qué modalidad.
Junto con ello, la LSR manifiesta su repudio a las burocracias sindicales que convocan hoy al paro. Durante años han demostrado que, bajo su conducción, las medidas de lucha (casi siempre “domingueras”) están al servicio de dirimir sus propios intereses con el gobierno (los millones de pesos de las obras sociales, el manejo de empresas tercerizadas y mil negociados más). Aliadas a sectores patronales y de la oposición (llámense Massa o Macri), cada uno de sus pasos están hoy orientados a posicionarse para las elecciones de Octubre. Y en esta pelea contra el Gobierno invisibilizan a las patronales, parecería que no existen, cuando son ellas las que saquean cotidianamente nuestros bolsillos con la inflación, limitan los aumentos salariales, suspenden y despiden… son las que nos explotan.
Esas burocracias llaman al paro contra el Impuesto a las Ganancias. Pero ¿por qué reclamar la rebaja de un impuesto que, por regla general, estamos a favor incluso de que se incremente para las grandes fortunas? Como su nombre lo indica, el Impuesto a las Ganancias es propio de las empresas ya que son las empresas las que tienen “ganancias”. A la vez, tiene cuatro categorías, una de ellas es la que grava los salarios. Pero seguimos hablando de un impuesto que le compete a las empresas, porque el salario, para el trabajador, no es ganancia. La discusión, entonces, es quién debe pagarlo. Es la empresa a la que le corresponde y son las empresas las que se lo hacen pagar a los trabajadores. El reclamo nuestro, como trabajadores, es ese: QUE LO PAGUEN LAS EMPRESAS.
En este sentido, Moyano y Barrionuevo –como es lógico, en su caso–, Micheli y la mayoría de las organizaciones de las izquierdas, que levantan la anulación del impuesto o la suba del mínimo no imponible, están metiendo a la clase trabajadora en un reclamo que expresa a sectores de las patronales que quieren que les bajen a ellos el Impuesto. Porque importantes sectores burgueses (y sus aliados burocráticos) nos vienen metiendo en la cabeza, que el Impuesto a las Ganancias es un problema “nuestro”.
Estos sectores añoran aquella política privatizadora que “rifó” las riquezas del país y dejó un tendal de desocupados. Por eso necesitan que el Estado se desfinancie para que deje de “despilfarrar” en ciertos beneficios sociales. Todos ellos, que en estos años se llenaron los bolsillos como nunca –tal como gusta recordarles CFK–, critican los acuerdos del Gobierno con China pero nunca les molestó la presencia de Chevron, General Motors, Monsanto, y tantos otros chupasangre occidentales y cristianos.
El problema de los trabajadores no es el Impuesto a las Ganancias. Nuestro problema es el capitalismo, sea neoliberal o "antineoliberal". Nuestro problema es el sistema de explotación de nuestra fuerza de trabajo de la que las patronales arrancan sus ganancias. Es inadmisible para la clase obrera hacerse eco de los intereses de sus enemigos de clase. No podemos prestarnos a ser marionetas de los mismos que nos están explotando todos los días.
La crisis económica capitalista se profundiza en el mundo, y repercute en el país. Esa realidad es la que le espera al próximo gobierno, sea del Frente para la Victoria o de su oposición. Y las crisis, en el marco del sistema capitalista, siempre las pagamos los trabajadores. Por eso, este martes y cada día en nuestros lugares de trabajo –al margen de si decidimos adherir o no al paro– la necesidad que se nos plantea es la de crecer en discusión y propuestas para avanzar hacia la organización de los trabajadores, ocupados y desocupados, por la base y en forma independiente del Estado patronal, de sus gobiernos de turno y de las burocracias sindicales.
Debemos plantearnos, en definitiva, la necesidad de ir construyendo poder popular que se desarrolle hasta ser capaz de desterrar del poder a los grandes capitalistas y al estado que los sostiene, de manera de instalar un poder propio de los que hoy padecemos la explotación y la opresión cotidianas.

POR UNA POSICIÓN OBRERA CLASISTA
ANTE EL IMPUESTO A LAS GANANCIAS
QUE SE VAYAN TODOS los explotadores (nacionales e internacionales), sus agentes políticos, judiciales, militares, policiales, eclesiásticos, los burócratas y los represores.
Para "que se vayan" HAY QUE ECHARLOS
Revolución Socialista o
más Barbarie Capitalista

LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA