(4/11/2009) SUBTES: TODO EL APOYO AL NUEVO SINDICATO DE LOS TRABAJADORES
Desde que tengo memoria de mi propia experiencia adulta (a mis 56 años, habiendo iniciado mi vida laboral en 1971) y la que recuerdo de mis padres, al igual que toda mi generación, hemos constatado y combatido –y padecido– el significado de la existencia de las cúpulas sindicales estatizadas desde las primeras presidencias del Gral. Perón, para someter a los trabajadores a los intereses de las patronales que los explotan, en aras de la “asociación capital-trabajo”. No sólo se ha tratado de entrega de derechos laborales, sino también de cercenamiento de libertades sindicales, persecución gremial a los opositores, asesinatos que se multiplicarían con el accionar de la Triple A de Perón-LópezRega, y constante hostigamiento a los trabajadores que intentaron –e intentan– organizarse en forma independiente de la sujeción burocrática (lo que significa, a la vez, independencia de las patronales, que son agentes de retención de los aportes sindicales, y del Estado patronal).
En el caso de los trabajadores de Subterráneos, estas características se multiplican hasta lo infinito. En ningún otro gremio, los trabajadores hemos padecido la unilateralidad patronal de intereses que ha expresado la UTA en ese sector. Cualquier obrero metalúrgico, o de frigoríficos, o bancario, o de la construcción, puede recordar uno y mil casos de persecución y represión por parte de los burócratas de sus respectivos gremios. Pero, a la vez, todos podremos recordar momentos en que, debido a coyunturales contradicciones internas de los grupos de poder –como las que hoy se expresan entre Camioneros y las grandes patronales mediáticas, por ejemplo–, vimos a los jerarcas sindicales encabezar llamados a enfrentar –así sea engañosamente y/o para traicionar la lucha al día siguiente– determinadas medidas patronales y/o gubernamentales. El caso más emblemático lo constituye el llamado al paro general del 27 de junio de 1975, que sería recordado como “El Rodrigazo”.
Nada de esto podrán recordar los trabajadores de Subterráneos respecto de las sucesivas conducciones de la UTA (Unión Tranviarios Automotor). No ha habido experiencia de los trabajadores de este sector, que no haya constatado la estrecha asociación entre los jerarcas sindicales y las patronales del sector (fueran estatales o privadas, bajo gobiernos constitucionales o feroces dictaduras). Tanto es así, que casi toda la experiencia reivindicativa del sector tiene que ver con el enfrentamiento, en primerísimo lugar, con las conducciones de la UTA, incluso antes que contra la propia empresa. Así comenzó, por ejemplo, la gran huelga de 1975, que duró más de 40 días, a partir de que una patota de la UTA fue a partirles la cabeza a los trabajadores que impulsaban un modesto petitorio frente a la empresa… ¿Les suena conocido este hecho, en el día de hoy, en diversos gremios? [Ver nota del 29/10/2009 en http://www.lsrargentina.blogspot.com/ y Bandera Roja Nro. 67, 1/6/2004, "Una lucha con historia"]

Una necesidad histórica, presente y perentoria
Ante las medidas de fuerza anunciadas ahora por los trabajadores de Subterráneos, para reclamar el reconocimiento de su nuevo Sindicato, los trabajadores no podemos más que apoyarlas, llamar a apoyar el reclamo y tratar de desplegar todas las argumentaciones que surjan de las respectivas experiencias vividas para demostrar por qué es importante que los trabajadores se den su propia organización gremial, independiente de las jerarquías burocráticas.
Toda la prensa patronal se dedica a “aleccionarnos”, en sus múltiples ediciones, acerca de cuánto “nos perjudican a los trabajadores” los paros de Subterráneos.
Lo que nadie nos dice es cuánto nos favorece, si hay una experiencia triunfante, esta experiencia de los trabajadores de Subtes que –con independencia de las patronales, del Estado patronal y de todos sus agentes burocráticos– han logrado, en los últimos nueve años, recuperar la mayoría de las conquistas históricas que les habían confiscado diversas dictaduras (desde Onganía en adelante) representantes de los intereses empresariales e, incluso, las patronales privadas bajo gobiernos constitucionales (desde el sempiterno reinado de los Benito Roggio, hasta la precursora privatización a manos de Metrovías ejecutada por el inefable Carlos Iº Menem, que instituyó la semana laboral de lunes a lunes, además de tercerizar el grueso de los servicios –desde la seguridad hasta la limpieza de los baños).
A partir de los brutales despidos de 1996, los trabajadores lograron avanzar en organización e ir orquestando su cuerpo de delegados de base, que logró, en estos años, recuperar, una a una, todas las conquistas que se les habían quitado (como las seis horas) y hasta avanzar en la reunificación bajo el mismo convenio, de todos los trabajadores explotados por más de cinco empresas “tercerizadas”, con las que se había intentado dividir sus fuerzas durante décadas.

Separar la paja del trigo
Sobran las razones, para cualquier trabajador honesto, para apoyar incondicionalmente el actual reclamo por el reconocimiento del Sindicato del Subte. El mismo gobierno que proclama “la libertad de expresión” y “la libertad sindical” es el que demora la decisión de otorgar el reconocimiento reclamado por los trabajadores. Es el mismo gobierno que no ha vacilado en poner, peso sobre peso, todos los fondos necesarios para satisfacer los reclamos salariales de los trabajadores, por vía de los descomunales subsidios a la parasitaria Metrovías. Entonces, ¿por qué esta falta de respuesta al reclamo de los trabajadores?
Es que el reconocimiento del Sindicato del Subte significa reconocer una nueva forma de acción gremial, que da por tierra con el “modelo de los cuerpos orgánicos” pergeñados por el PJ en vida de su líder, el general Perón, para maniatar al movimiento obrero a los intereses de las grandes patronales. No es un tema menor: es la posibilidad de alumbrar un nuevo sindicalismo, clasista y combativo, independiente de las patronales, de su Estado y de las burocracias creadas a su servicio.
Por esa razón, todos los grandes medios de (des)información nos ponen a discutir cuánto nos perjudica el cese de actividades del Subte, para ocultar cuánto nos beneficia a todos los trabajadores si esta experiencia de lucha y organización, se gana.
No se trata de discutir cuántos minutos llegaremos tarde al trabajo –teniendo en cuenta, además, que todas las medidas han sido anunciadas con la suficiente anticipación como para que cada uno tome las precauciones necesarias–, sino cuántas horas adelantará el reloj de la emancipación de los trabajadores si esta experiencia de lucha independiente de las patronales, su Estado y sus burocracias, TRIUNFA.
INVITAMOS A TODOS LOS TRABAJADORES A QUE SEAN CONSCIENTES DE LA EXPLOTACION QUE ESTAMOS PADECIENDO Y, EN CONSECUENCIA, APOYAR LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES DEL SUBTERRANEO, COMO LA AVANZADA DE UNA LUCHA PROPIA.