JOSÉ SANDALIO “PEPE” MAAÑÓN:
Algunos recuerdos de su vida y su muerte
El domingo 23 de enero, alrededor de las 21 horas, falleció nuestro compañero Pepe Maañón.
El martes 25 lo despedimos junto a sus familiares, amigos y viejos camaradas, como lo que fue, un militante constante por la causa de la revolución obrera-socialista.
Algunos de nosotros lo recordamos como el gran exponente de la Lista 3 Verde (antipatronal y antiburocrática) en el gremio bancario en la tormentosa década de 1970, en las filas del PST (Partido Socialista de los Trabajadores).
Pero su militancia por el socialismo viene de mucho antes, desde la década de 1950 y la heroica huelga del gremio bancario.
Nacido el 26 de marzo de 1933 en Rosario (Santa Fe), se convirtió durante años en el referente de los trabajadores (y los clientes) de la sucursal Monserrat del viejo Banco de Italia. Las vueltas de la vida hicieron que el local de la LSR esté en un antiguo edificio a dos cuadras de aquella vieja sede. Y tras muchas dificultades que atravesamos en los primeros años de nuestra locación, descubrimos luego, por una casualidad, que una anciana vecina del tercer piso, con mucho peso en el consorcio, reconoció a Pepe ni bien lo vio entrar al edificio, como el apuesto empleado que la atendía en aquella sucursal bancaria de la que había sido cliente, por lo que la relación de “buenos vecinos” se revirtió por completo a nuestro favor. Es que nadie, en particular las señoritas de los ’50 a los ’80, podía olvidar a aquel gentil caballero, que seducía con sus palabras y con la sempiterna gallardía de sus modales. Así era de amplia su capacidad de transmitir y lograr el respeto por la causa obrera y socialista entre todos los que lo rodearan, tanto entre sus compañeros como entre los clientes, mayoritariamente radicales, del barrio. Ante todos ellos hizo hablar a Nora Ciapponi, en 1973, como candidata a vicepresidenta por el PST, tal como recuerdan todos los viejos camaradas de aquella época.
A mediados de la década de 1980, el banco cerró producto de un vaciamiento que preanunciaba lo que se vendría años más tarde en todo el país. Allí estuvo Pepe a la vanguardia, encendiendo la chispa de la resistencia que se transformaría en ocupación, con su discurso tan apasionado como cautivante.
Vino el fatídico 1989, con la caída del llamado “socialismo real” y el anuncio del fallido “fin de la historia”. Vino también la debacle de la corriente de Moreno (y de todo el trotskismo mundial) y, con ella, la explosión del MAS (Argentina). Recién a fines de 1992, medio centenar de compañeros encaramos la fundación de la LSR , acompañando las posiciones políticas de Jorge Guidobono, que el próximo 4 de febrero cumpliría 67 años. Entre ellos no estaba Pepe. Se incorporó a este proyecto un par de años después, de la mano de nuestra inolvidable “Negra” Inés Herrera. Junto a ella (y otros) protagonizó la resistencia contra la privatización de la Obra Social (el Policlínico) , la pelea por la Comisión Interna (por primera vez antizanolista), y juntos aguantamos el chubasco de la derrota, tal como sería toda la reguera de la infame década menemista en todos los sectores.
En 1997 nos tocó afrontar un ataque liquidador, que tomó la forma del entrismo sobre nuestra pequeña organización (sí, aunque resulte surrealista creerlo!!!, tal es la descomposición que generaron los ’90), y Pepe aportó todo lo suyo en defensa de la LSR (su palabra florida… y todo lo necesario para defendernos de un ataque cuyos límites no conocíamos). Su actitud fue decisiva (en el local, ante los vecinos, como ya dijimos; y para soldar la moral de los jóvenes militantes).
Durante los más de 16 años compartidos con él, podemos decir que logramos que varias camadas de jóvenes compañeros (algunos de ellos abrazaron la militancia en la LSR ; otros muchos, no; y se dedicaron al activismo gremial o “social”… o vaya uno a saber qué). De lo que estamos seguros, es de que, para lo que hayan hecho de sus vidas, ninguno va a olvidar nunca el haberlo conocido. En todos los jóvenes que estuvieron a su alcance, encendió una brasa ardiente en sus corazones. La vida dirá cómo entiende cada uno el direccionamiento de esa brasa… pero ninguno va a olvidar haber conocido a Pepe Maañón. De eso estamos seguros. Y estamos orgullosos de haber posibilitado ese encuentro intergeneracional.
“Un militante debe hablar, siempre”; “Un militante debe hablar en voz alta, y hacerse escuchar por todos”… Así clamaba, reunión tras reunión, ante la inexperiencia de los más jóvenes, y ante la timidez de los “cuadros” más recientes.
Era un rebelde eterno. Por encima de todo. Un militante convencido, como la LSR , de que una revolución es imposible si no cuenta con la diversidad de ideas que se entrecruzan para hacer realidad el fin de más de 8.000 años de sociedades de clase (o explotadoras).
Por eso, a la vez, era un apasionado de la vida. Si no, cómo explicar que hace unos dos años, estando ya internado en un geriátrico (adonde fue a vivir desde el 2006, por la imposibilidad de valerse por sí mismo, y su negativa a que alguien viviera en su casa para garantizar sus comidas, sus medicamentos a horario…), se largara a la aventura de un viaje a España, para visitar a uno de sus dos hijos. Así vivía la vida, hasta el máximo.
Nos dice uno de sus hijos y uno de sus hermanos (el otro padece graves problemas de salud), que su habitación estaba llena de las publicaciones de la LSR. Que cuando ellos lo visitaban, les mostraba los materiales subrayados; les decía con qué estaba de acuerdo y con qué no; les aseguraba que iba a batallar por aquello con lo que discrepaba…
Para ellos queremos transmitir también, que junto a su pasión por la lucha obrera y por el socialismo (que tan bien sabía engarzar en una misma lucha), estaba la pasión por su familia. No había una sola conversación con Pepe, donde no estuvieran presente sus hermanos y sus hijos; siempre, siempre.
Por eso fue tan fácil comunicarnos en estas últimas horas.
Los que llegaron a estar en la última despedida, lo vieron, lo saben.
Agradecemos a sus hijos y a su hermano (los que pudieron estar presentes) la posibilidad que nos dieron de despedirlo como el camarada que era. Y no vamos a olvidar nunca la emoción y el afecto que nos proporcionaron, agradeciendo que les diéramos la posibilidad de despedirlo como un militante, como lo que era, hasta el último día.
Queremos reiterar para todo el que lea esta nota, que estamos seguros de que todo joven que lo conoció, sea cual sea el rumbo que encare en su vida (y esperemos que sea de la mejor manera posible), jamás, jamás, va a olvidar que, en algún momento, en una reunión de la LSR , conoció a un tal Pepe Maañón, que le encendió la sangre… No lo van a olvidar nunca, para bien, o para mal.
Ojalá los convierta en personas de bien.
Compañero José Maañón: PRESENTE
Despedimos a un incansable luchador por el interés de la clase obrera: contra toda forma de explotación, de opresión, y de las mil formas de humillación a las que es sometida la clase trabajadora.
Ha muerto un revolucionario:
VIVA LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA INTERNACIONAL
Liliana Rubiales (en representación de la Liga Socialista Revolucionaria)
(Anexamos aparte los saludos que recibimos, e invitamos a todos los que lo deseen, a que nos acerquen sus recuerdos o reflexiones sobre esta despedida, que no es más que una reafirmación en la lucha por la revolución socialista. Ése es nuestro compromiso. La vida, la lucha de clases, y nuestra voluntad dentro de ella, dirán hasta dónde somos capaces de llegar, junto a Pepe, a su recuerdo, al de Jorge Guidobono, y al de tantos otros que incluso no conocemos.)
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