Ana Gritti una pérdida cualitativa en la lucha anticapitalista
El 8 de abril nos despertó con una muy triste noticia: la muerte de Ana Gritti.
No la mató una bala. La mataron 15 años de lucha incansable contra la impunidad del Estado capitalista, que se tradujo en un cáncer muy parecido al que se cobró la vida, rápidamente en mayo de 2005, de Mariana Márquez, la más combativa de las madres de víctimas del negocio capitalista de la noche, en el boliche Cromañón 2004.
Seguramente, casi todos recordamos el 3 de noviembre de 1995 como una fecha que significó un hito más en la historia del reinado menemista, comparable al atentado de la Amia o la embajada de Israel. La voladura de Río Tercero fue un episodio que, como aquéllos, también se relaciona con la política internacional y los más pornográficos actos de corrupción de un gobierno capaz de llevar a cabo los hechos más atroces en función de engordar sus bolsillos y contribuir con los intereses imperialistas en la región. Río Tercero amaneció bajo una lluvia de proyectiles y explosiones durante varias horas, que dejó siete muertos y más de 300 heridos, un 30% de la ciudad destruida y espantosas secuelas psicológicas en sus habitantes por el infierno vivido. Cuando el fuego se apagó y las cosas “se calmaron”, a los pocos minutos salió Menem, el propio presidente de la Nación, a decir que todo había sido producto de “un accidente”.
Sin embargo, hubo algunas pocas voces en aquel momento –estábamos en pleno oscurantismo de la década de 1990– que no se resignaron a aceptar la versión del poder y comenzaron con valentía una lucha por esclarecer los infinitos puntos nada claros de aquella “teoría”. Una de esas voces fue la de Ana Gritti, viuda de una de las víctimas del atentado, que peleó tozudamente y en completa soledad en los últimos años, para que la Justicia investigue hasta el fondo, logrando que recién en 2003 se comprobara que Río Tercero había sido volada intencionalmente, aunque nadie está preso ni procesado. El objetivo de la explosión había sido ocultar el contrabando de armas entre el Estado argentino y los de Croacia –en el marco de la guerra imperialista por el desmembramiento de Yugoslavia– y Ecuador –en guerra, en aquel momento, contra Perú–. Los principales responsables, sin dudas, fueron el ex presidente Menem y quien fuera en ese momento Jefe del Estado Mayor Conjunto, el general (R) Martín Balza, actual embajador en Colombia desde los inicios del gobierno kirchnerista del 2003 hasta hoy.
Al momento en que el cuerpo de Ana Gritti dio fin a su lucha, era la única querellante que mantenía abierta la causa Río Tercero. Falleció de cáncer a la edad de 65 años. Con su muerte, corre peligro de prescribir la causa.
La muerte de Ana Gritti es una pérdida para todos los sectores que peleamos por una sociedad opuesta en valores a la barbarie actual capitalista, porque no son muchos los que pueden mostrar el coraje que ella tuvo al enfrentar, hasta su muerte, al poder del Estado, en el afán de obtener justicia, aunque también tenía claro que si ésta llegaba tarde, no podía llamarse justicia.
Los militantes de la LSR sentimos esta pérdida como propia, por más que otros no le adjudiquen diplomas de “obrera revolucionaria”. Porque entendemos que la lucha contra el capitalismo se nutre del tipo de personas con la persistencia y valentía de una Ana Gritti, en los momentos en que realmente se necesitan. Tuvimos el orgullo de escucharla, en el año 2007, como una de las oradoras del acto de Apemia (Agrupación por la Masacre Impune de la Amia), organizado y convocado también por la LSR, en el 13º aniversario del acto de terrorismo de Estado (del Estado argentino) que consumó la masacre de la Amia, como parte de la política exterior estadounidense.
Ojalá su lucha incansable –su vida y su muerte– impulse a otros a levantar sus banderas, para que el crimen de terrorismo de Estado capitalista, consumado en Río Tercero bajo un gobierno constitucional, encuentre su justo castigo, incluso en los marcos de la ciega, sorda y muda justicia burguesa. Un castigo que no devuelve la vida de nuestros muertos, pero que puede expresar que hay un pueblo que no olvida, ni perdona… ¿Para vengarse?: NO. Para expresar la férrea voluntad de que queremos vivir en un mundo libre de toda cadena.
Sin la menor duda decimos: Ana Gritti ha sido una compañera entrañable en el camino de la pelea por ese objetivo.
Expresamos hoy nuestro pesar, porque en nuestra batalla cotidiana contra el Estado capitalista, se nos fue una de las mejores y más consecuentes compañeras.
A sus familiares, compañeros y amigos, vaya el más fraternal y cálido de nuestros abrazos.
PEDRO (en representación de la militancia de
LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA)
LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA)
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