1/4/2008: ¿QUE DIRIAS SI TE SACAN 45% DEL SALARIO?

“¿Qué dirías si te sa­can el 45% del sa­la­rio?”
La pre­gun­ta en apa­rien­cia ino­cen­te es de lo más en­ga­ño­sa. En pri­mer lu­gar, se ol­vi­dan de que el 21% de to­do lo que con­su­mi­mos se des­ti­na a pa­gar el IVA. Es­te im­pues­to lo pa­ga­mos to­dos por igual y por lo tan­to afec­ta a los que me­nos tie­nen. Es­to quie­re de­cir que des­de el más po­bre del Gran Bue­nos Ai­res has­ta los tra­ba­ja­do­res ru­ra­les que vi­ven en con­di­cio­nes de mi­se­ria, es­tán pa­gan­do una par­te de los sub­si­dios que re­ci­ben las cla­ses do­mi­nan­tes del cam­po y la ciu­dad al ga­soil, ener­gía o trans­por­te pú­bli­co. Y el IVA en el 2007 fue el 31% de la re­cau­da­ción to­tal del Es­ta­do, mien­tras que las re­ten­cio­nes fue­ron só­lo el 14%. Por lo tan­to, efec­ti­va­men­te, nos es­tán sa­can­do to­do el tiem­po una par­te im­por­tan­te de nues­tro sa­la­rio. Ni que ha­blar de lo que nos ro­ban las em­pre­sas cuan­do no de­po­si­tan los apor­tes ju­bi­la­to­rios o con­tra­tan “en ne­gro”. Y ni los te­rra­te­nien­tes del cam­po ni los ve­ci­nos sen­si­bles de Ba­rrio Nor­te sa­lie­ron a ma­ni­fes­tar­se por eso.
En se­gun­do lu­gar, ve­ni­mos su­frien­do ha­ce va­rios años la caí­da del po­der ad­qui­si­ti­vo de nues­tros sa­la­rios debido a la in­fla­ción. Y una de las cau­sas de los au­men­tos de los ali­men­tos es que su­ben los pre­cios in­ter­na­cio­na­les y “el cam­po” pre­ten­de ven­der sus pro­duc­tos al mis­mo va­lor en el mer­ca­do in­ter­no. O sea, en for­ma di­rec­ta, “el cam­po” le ba­ja el sa­la­rio a los tra­ba­ja­do­res.
En ter­cer lu­gar, no tie­ne nin­gún sen­ti­do po­ner en un pla­no de igual­dad el sa­la­rio con que se paga la fuerza de trabajo, con la ren­ta de la tie­rra. La ga­nan­cia que se lle­van los te­rra­te­nien­tes na­da tie­ne que ver con el es­fuer­zo que ha­cen. Es­tán ga­nan­do for­tu­nas por­que el pre­cio de sus pro­duc­tos es­tá muy por arri­ba de su va­lor (el tra­ba­jo ne­ce­sa­rio pa­ra re­pro­du­cir­lo). Es­to es por­que cre­ce mu­chí­si­mo la de­man­da de so­ja –es­pe­cial­men­te de Chi­na e In­dia– lo que ha­ce subir los pre­cios y, por lo tan­to, quie­nes tie­nen el mo­no­po­lio de la tie­rra, lle­nan sus bol­si­llos. Na­da más ale­ja­do de la rea­li­dad de un tra­ba­ja­dor, que deja su vi­da en jor­na­das la­bo­ra­les de 12 o 14 ho­ras.
La ren­ta de la tie­rra, al igual que la ga­nan­cia del ca­pi­tal no es una re­tri­bu­ción al es­fuer­zo si­no un ro­bo rea­li­za­do a dia­rio a to­dos los tra­ba­ja­do­res del mun­do. Por lo tan­to, las retenciones se­rían apenas una pequeña de­vo­lu­ción por el ro­bo que nos ha­cen.
En con­clu­sión, el ar­gu­men­to de la su­pues­ta con­fis­ca­ción que se­rían las re­ten­cio­nes no es más que una trampa para encubrir el robo de los que engordan sus bol­si­llos sin trans­pi­rar una go­ta de su­dor.
E. GOROSTEGUI

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