Hace 200 años, quienes conformarían la burguesía argentina –los sectores comerciales y ganaderos– daban los primeros pasos para sacarse de encima el estorbo económico y político que significaba para sus intereses la rapiña de la corona española. Se iniciaba el camino por el cual el Virreinato del Río de la Plata terminaría formalmente independiente (en 1816) de la metrópoli europea. Hoy, 200 años después, la burguesía local, carente de afán revolucionario, celebra su constitución como clase; es decir, sus posibilidades de apropiación de una parte de la explotación de las riquezas y del trabajo humano que antes iba directamente a las arcas de la “madre patria”. Hace 200 años, esa burguesía “independiente” nacía intrínsecamente ligada al imperialismo británico y al proceso de integración capitalista mundial –“viendo como los toros se cogen a las vacas”, al decir de Sarmiento–, tan parasitaria que facilitó la disgregación del viejo virreinato en cuatro países, y ahogando a las burguesías del interior posteriormente.
Nada de esto fue para beneficio de los sectores populares y autóctonos de la región. Así lo demuestran la esclavización y el genocidio de los pueblos originarios para apropiarse de sus tierras, desde la Conquista del Desierto –cínicamente llamada “campaña”– hasta la actual marginación y asesinato de sus descendientes, como sucedió en Tucumán hace pocos días.
Durante 200 años la burguesía de lo que hoy es la Argentina se ha asociado con los diversos imperialismos –británico primero, norteamericano y europeos más tarde– mediante un entramado de intereses comunes cada vez más denso, por más que las contradicciones entre las grandes potencias europeas y Estados Unidos le abran una mayor posibilidad de juego “independiente”. Valgan como ejemplos de esa comunidad de intereses, más o menos cercanos en el tiempo, la multiplicación exponencial de la deuda externa y su pago; el envío de tropas de ocupación a Haití desde el 2004 para colaborar con Estados Unidos, empantanado militarmente en Afganistán e Irak; la entrega de la explotación de Loma de la Lata a Repsol hasta el 2047… Doscientos años después, todo demuestra que la burguesía local tiene poco de independiente y menos de “nacional”, a pesar de que varios de sus exponentes hayan nacido en estas tierras.
Hoy, en la Argentina, las burguesías locales y la mayoría de los gobiernos regionales festejan –con bombos y platillos– junto a los jefes de las viejas potencias colonizadoras, el Bicentenario del inicio de la “independencia”. Independencia que significó para ellos haberse librado de las amarras reales que anudaban sus posibilidades de dominar y explotar más en beneficio propio, a los pueblos y las riquezas de estas tierras. Independencia que les dio la “libertad” de soldar sus intereses políticos y económicos con los de los países centrales.
Los trabajadores y explotados de América latina nada tenemos que celebrar en este Bicentenario de la Dependencia, como ha dejado demostrado la terrible situación del pueblo de Haití en ocasión del terremoto, que en lugar de recibir médicos, maestros y alimentos, recibió 10.000 marines y represión generalizada para una población desesperada.
La independencia de los pueblos de América latina es una tarea pendiente, desde Ushuaia hasta el Río Grande. Sólo podrá ser continental, superando la balcanización de la región impuesta por las clases dominantes para mejor someter a los pueblos, y en una lucha a fondo para expulsar a los imperialismos, para lo cual hay que barrer revolucionariamente del poder también a sus socios capitalistas locales.
Así podrá abrirse el camino que conduzca al elemental objetivo democrático que es el logro de la independencia de los pueblos latinoamericanos.
• Por la derrota de los imperialistas y sus guerras - Viva la resistencia popular
• Fuera las tropas argentinas de Haití - Fuera ingleses de Malvinas - Fuera la IV Flota y las bases yanquis de América latina
• Contra el racismo, la xenofobia y toda forma de discriminación
• Separación de la Iglesia y el Estado
• Por el derecho al trabajo, el salario, la libre agremiación, la jornada de ocho horas, las libertades y todas las conquistas obreras
• Por la defensa y el apoyo a todas las luchas y sus delegados independientes del Estado, las patronales y las burocracias
• Libertad a los luchadores populares presos y desprocesamiento de los perseguidos
• No a la criminalización de la protesta
• No al pago de la deuda pública (interna y externa)
• Aparición con vida de Julio López
• Basta de impunidad del Estado genocida
• Por la independencia latinoamericana (antimperialista, anticapitalista y socialista)
• Por una coordinación internacional de quienes nos reclamamos militantes por la revolución socialista.
Para que América latina y el mundo vivan,
el capitalismo y el imperialismo deben morir.
En memoria y homenaje de los pueblos originarios masacrados por la conquista española; de los esclavos negros secuestrados en su Africa natal para ser comerciados como simples mercancías; de todos los trabajadores inmigrantes que conformaron la América moderna, trayendo a estas tierras sus experiencias anarquistas y socialistas; y de todos los que a lo largo de más de un siglo han dedicado su vida a la militancia para que el proletariado adquiera conciencia de clase “para sí” y se disponga a acabar con todas las lacras y desgracias que emanan del sistema de explotación, en defensa de su calidad de individuos únicos, irrepetibles e irremplazables en la historia, viviendo en armonía con la naturaleza, para lo cual es necesario desterrar el poder capitalista de la faz del planeta. Que se Vayan Todos
los explotadores y sus múltiples agentes –políticos, judiciales, eclesiásticos, los burócratas y los represores– y los reemplace un poder popular organizado en asambleas, con democracia directa, que crezcan hasta enfrentar y derrotar el poder de los capitalistas, porquePara que se vayan: HAY QUE ECHARLOS
Sólo así podría abrirse paso la independencia continental
Revolución Socialista
o más dependencia, menos libertades,
más guerras y más barbarie capitalista