26/6/2008: LA PELEA “ENTRE EL CAMPO Y EL GOBIERNO”
ES UNA GUERRA CONTRA VOS

Si hay algo que debería haber quedado en claro en estos meses de confrontación entre los sectores capitalistas del agro y los capitalistas representados por el gobierno –petroleros, industriales, privatizadas– es que la torta por la que se pelean es grande y por ello no hay medias tintas. Como dijo De Angeli: “Vamos por todo”. Y estas no son sólo palabras, están dispuestos a tirar de la cuerda todo lo que ésta dé.
Sonó la campana del round de los cien días pero la pelea continúa en el Congreso. El “campo” busca colar sus reclamos entre las fisuras del oficialismo. El Ejecutivo intenta desmarcarse del centro de la escena. Y ambos han sido alertados por la Iglesia Católica que reunió a sus obispos en el Vaticano para llamar la atención de que la situación no se fuera de madres. Por ello la conferencia de prensa dada por el cardenal Bergoglio, sorprendiendo a propios y ajenos. Porque si hay alguien que aprendió del 2001 y del “Que se vayan todos” es la Iglesia. Al mismo tiempo, la vía parlamentaria le presta una mano al conjunto de la impresentable oposición burguesa para que intente salir de la marginalidad en la que se encuentra.
Pero salga el resultado que salga, no está dicho que los “dueños de la tierra” vayan a respetarlo. No es un problema de legalidad, sino de plata: “Si las retenciones se votan tal cual, habrá que disolver el parlamento” sintetizó el vice de la CRA, Ricardo Buryaile.
No vemos hoy la posibilidad de un “golpe”, tal como azuza el gobierno para tratar de llevar agua a su molino. Simplemente porque no hay quien lo de en el terreno militar ni en el civil. Pero sí estamos frente a una actitud golpista de los “dueños de la tierra”, que presionan al gobierno para que no toque el suculento negocio de la soja.
La pelea no son sólo las retenciones presentes sino sobre todo las futuras. La nueva burbuja especulativa con los comodities –maíz, girasol y soja– en la timba de los mercados a futuro proyectan una oportunidad de ganancias, avalada ya por dos años consecutivos, aún más extraordinaria que la actual, siendo éste (y no la llamada crisis alimentaria por la ficticia escasez) el principal motivo del aumento de los precios nacionales e internacionales.
La Argentina produce alimentos para más de 400 millones de personas; ¿es lógico, entonces, que el gobierno les retenga cierto porcentaje o que dejen de exportar un diez por ciento? Sí, es lógico. El problema es que este gobierno, que es socio capitalista de todos ellos, no pudo dar una respuesta capaz de neutralizarlos, entre otras cosas porque los recursos que retiene sobre las exportaciones no se destinan a paliar el hambre del pueblo o alguno de sus otros problemas ni en una milésima parte. Por el contrario, van a subsidiar a otros sectores capitalistas como las privatizadas, la industria y las petroleras.
Por eso el llamado “campo” esta enfrentando al gobierno, porque quiere que gobierne para ellos: “La plata del campo tiene que volver al campo”, tal como declaró Llambías, dirigente de la CRA. En el mismo sentido y develando el quid de la pelea, Buzzi, dirigente de la FAA declaró: “Me parece muy mal que aplaudan –los industriales el discurso de Cristina Kirchner– cuando la plata se la están sacando a otros”.
Los “duros” discursos y pasos prácticos de la presidenta, no lograron más que ofrecer excusas –aunque si no las tuvieran, las inventan– para continuar con el lock out patronal. No otra cosa significó la llamada “represión” a De Angeli, tratado, más bien, como una bailarina del Teatro Colón. La “libertad de prensa”, representada por La Nación y Clarín, le brindó al hecho cien veces más espacio que a la real y salvaje represión que sufrieron los trabajadores de Jujuy esa misma semana. Así, dejaron en claro, por si quedaba alguna duda, que la libertad de prensa sólo es un derecho de los grandes pulpos capitalistas.
Existen sectores de la denominada izquierda, incluso llamada “trostkista”, que intentan ver en los pequeños y medianos productores, “chacareros”, a los trabajadores y pobres del campo siendo éste el sector “bueno” de la lucha al que el pueblo tendría que apoyar. Claro que obvian que la política, es decir el lock out patronal, dirigida por la Sociedad Rural –representante de los terratenientes e históricamente golpista–, fue, es y será una herramienta de los patrones en contra de los trabajadores y la población en general, y ello no cambia por el hecho de que la FAA sea su aliada indiscutida. En todo caso deja claro que la FAA hoy tiene poco que ver con sus orígenes.
En estos días se escucha decir: “se tiene que resolver esto, me tienen harto el campo y el gobierno”. En realidad, en esa formulación se esconde que toda lucha entre capitalistas tiene como rehén al pueblo y los trabajadores. O ¿por qué están subiendo todos los precios? Desde todos los micrófonos lo que callan es que vos sos parte de esta pelea. Que no estás al margen de la puja entre los de arriba, porque la pieza de canje de todo esto somos los que vivimos de un salario. Somos los que sufrimos el desabastecimiento y la suba de precios. Los subsidios a las privatizadas que la levantan con pala sin invertir un peso o a las petroleras, con un precio que viene rompiendo todos los récords, también son financiados a costa de nuestros bolsillos.
Depende de nosotros, de nuestra reflexión y de nuestra actitud ponerle freno a estos grandes capitalistas que, encima, nos quieren tomar por tontos, si nosotros nos dejamos.
¡QUE SE VAYAN ELLOS! Que se vayan todos los explotadores (nacionales e internacionales), sus agentes políticos, judiciales, militares, policiales, eclesiásticos y los represores.
Para que se vayan; HAY QUE ECHARLOS, mediante la movilización popular organizada en asambleas barriales y campesinas de base, completamente independientes de las patronales, de su Estado y de sus gobiernos de turno.
CHE: lecciones de un revolucionario
(Un homenaje de Jorge Guidobono, en Bandera Roja Nº 28, 21/9/1997)
Cuando la burguesía no puede desterrar las enseñanzas de un revolucionario, se encarga de prostituirlas, decía Lenin refiriéndose a la actitud hacia Marx, y a la de muchos “marxistas” que negaban la esencia de su pensamiento.
Hoy, el espectáculo es contradictorio. Por un lado el Che va a ser “homenajeado” por su “ética”, su “idealismo” o cosas parecidas, por los mismos que lo combatieron en vida (o por sus hijos), en particular los pertenecientes al movimiento comunista internacional.
Estos homenajes, igual que los de muchos partidos y grupos pequeñoburgueses e incluso burgueses, están destinados a limar el filo de las aristas revolucionarias del Che y convertirlo en un ícono, una especie de santo ateo. [Algo así es lo que se proyecta con la instalación del monumento en Rosario, promovido por el gobierno nacional y por el "socialista" Binner. En definitiva, bien se sabe que los monumentos sirven para reafirmar que el muerto, muerto está. - N. del E.]
El sentido opuesto, es el que expresan millones de jóvenes que en el mundo entero andan con la cara del Che estampada en su camiseta, la mayoría sabiendo muy poco o nada con respecto a Guevara, basándose sobre todo en la transmisión oral. Lo reivindican, en general, como un símbolo antisistema, como la antítesis de un mundo descompuesto y carente de valores que puedan atraer al grueso de la juventud popular. Ante ese homenaje, probablemente el Che les hubiera aconsejado: “No sean comemierda y pasen a la acción”.
Por nuestra parte, queremos rendir nuestro homenaje al Che rescatando los aspectos fundamentales que, a nuestro juicio, trascienden su vida y sus textos, y constituyeron un viento fresco que trajo a estas tierras las viejas enseñanzas marxistas que el stalinismo dominante había enterrado bajo una inmensa montaña de muertos, cárceles y muros.

La revolución no sólo es necesaria: es posible
Durante la segunda guerra mundial y la posguerra (más allá de la llamada “guerra fría”), los partidos comunistas habían renunciado a cualquier pretensión revolucionaria, así fuera más bien declamatoria y eran parte funcional (más o menos relevante) del régimen capitalista. En una situación similar se encontraban los partidos socialistas más importantes, en particular los del cono sur de América latina. Unos y otros, eran parlamentaristas, cooperativistas, sindicalistas y muchas otras cosas, pero ninguna de estas actividades estaba emparentada con la revolución.
Más aún, para todos ellos lo que estaba planteado era una especie de revolución burguesa para terminar con un supuesto feudalismo oligárquico, y una revolución más o menos antimperialista. Naturalmente, estos cambios los iba a dirigir la burguesía, y la izquierda colocaría sus fuerzas al servicio de ayudarla a triunfar y también a que el movimiento de masas no se le fuera de madre y la rebalsara. Esta era una posición similar a la de los mencheviques rusos a comienzos del siglo.
Toda esta construcción antimarxista (la que defiende todavía hoy explícitamente el PTP) que la vida demostró como una estafa, colocaba a la izquierda como furgón de cola de distintas corrientes burguesas y negaba la razón de ser de cualquier partido revolucionario, que es la de encabezar a los explotados hacia la conquista del poder.
La revolución cubana y el Che como su teórico más destacado, vino a tirar al tacho de la historia todos los cuentos de stalinistas y socialdemócratas, incluyendo el que no estaban “maduras las condiciones” porque faltaba una revolución burguesa (que la burguesía nunca se planteó ni se planteará hacer, dado que es socia del imperialismo).
La experiencia de Cuba y el Che nos demuestran que la revolución no sólo es necesaria: también es posible.
Como cualquier parto, la revolución es violenta y sangrienta. No es el aterciopelado camino que pretendía la “coexistencia pacífica” entre Moscú y Washington. Puede haber violencia sin que haya revoluciones, pero que haya revoluciones sin violencia es completamente imposible. Porque ninguna clase explotadora deja de apelar a todas las formas de violencia contra los explotados, y éstos se ven obligados a utilizar la violencia revolucionaria si quieren triunfar. Stalinistas y socialdemócratas, pretendían guardar esa violencia en urnas o en bancas parlamentarias.

“Revolución socialista
o caricatura de revolución”
En forma empírica la revolución cubana tiró por la borda todos los dogmas dominantes sobre el carácter burgués de la revolución y demostró que si ésta es genuina y está dispuesta a avanzar resueltamente en la lucha contra el imperialismo y las burguesías locales asociadas en distinto grado a él, es imprescindible que salte el marco burgués y combine las tareas demoburguesas incumplidas con los primeros pasos de una revolución socialista, anticapitalista.
La revolución cubana comenzó con una medida anticapitalista: la destrucción del viejo estado burgués (y no se dedicó a reconstruirlo, como después hicieron los sandinistas) sino a adoptar medidas democrático revolucionarias, como la reforma agraria.
La dinámica de la contradicción revolución-contrarrevolución se desarrolló muy rápidamente; el bloque burgués armado alrededor del movimiento “26 de Julio” se fue desintegrando. Las acciones contrapuestas del imperialismo y de millones movilizados, fortalecieron al ala izquierda del “26 de Julio” que Guevara hegemonizaba, e hizo que el “centro”, encarnado por Fidel Castro, pasara a sus filas y volcara definitivamente el combate interno. De allí, sin que mediara ninguna “etapa” demoburguesa, se pasó a la expropiación de la burguesía y el imperialismo y a la definición prática de revolución socialista o caricatura de revolución, proclamada más tarde en la Declaración de La Habana.
La revolución cubana confirmó, a su manera específica y contradictoria, una de las tesis centrales de la Revolución Permanente elaboradas por Trotsky: en los países atrasados, no es posible romper definitivamente con el imperialismo y resolver el problema agrario sin avanzar en la liquidación del capitalismo mismo.

El “foco” y el campesinado
Guevara en particular, y la dirección castrista en general, tendieron a interpretar la revolución que habían protagonizado, como una especie de “modelo” a imitar por el vasto movimiento de vanguardia que acompañó a la revolución cubana.
De Cuba partió la famosa consigna de “hacer de Los Andes, la Sierra Maestra de América latina”.
Esa consigna encerraba, por un lado, la más imperiosa de las necesidades de la revolución cubana: su extensión al continente, vigente todavía; y por el otro lado, una profunda incomprensión de la revolución socialista, la única que no era una caricatura de la revolución.
En el final tomaremos el aspecto internacionalista de la revolución cubana en sus primeros años. Ahora nos queremos detener en dos aspectos centrales: el sujeto social de la revolución socialista y el método del foco campesino como receta universal.
Para los marxistas, el sujeto social de la revolución es el proletariado, incluido el agrícola de grandes ingenios y plantaciones. El pequeño campesinado sediento de tierra puede ser ganado para la causa proletaria (porque ésta es la única que puede resolver su problema definitivamente y en una perspectiva de progreso) pero jamás será el motor, el sujeto de una revolución socialista; ésta no puede ser hegemonizada por otro que el obrero asalariado, nunca por el pequeño campesino que sólo lucha por un pedazo de tierra. Incluso la revolución rusa, que creó 25 millones de pequeños propietarios en el campo, lo hizo desde la dictadura proletaria y el gobierno obrero y campesino.
La revolución socialista tiene como sujeto social al proletariado acaudillando a las masas explotadas de la ciudad y el campo, y tiene como centro principal de combate el lugar donde se asienta el poder económico, político y militar de la burguesía y el proletariado: las ciudades.
El “foco” campesino pregonado por el Che y sus compañeros, estaba completamente alejado de esta idea en todo sentido, y hacía de un método de lucha la línea divisoria entre revolucionarios y reformistas, cuando a lo largo de todo el siglo pudo comprobarse que el accionar del reformismo armado, no dejó por ello de ser profundamente reformista y proburgués. El caso de Montoneros en la Argentina, del M19 colombiano y de muchos otros que cambiaron el fusil por una banca parlamentaria en toda América latina, no son excepciones, sino lo predominante.
Todo lo que era válido en vida del Che, lo es infinitamente más a tres décadas de su asesinato: el grueso de América latina es cada vez más urbana y tienden a prevalecer más las relaciones asalariadas capitalistas puras. Esto no niega en absoluto la importancia de movimientos campesinos como los de los Sin Tierra brasileños o los paraguayos, pero sí da un marco general al subcontinente, cuya población es abrumadoramente urbana.

El internacionalismo
revolucionario en el Che
En una época en que en nombre de la supuesta defensa del socialismo en un solo país, el internacionalismo proletario era utilizado sólo como taparrabos de los peores crímenes de la burocracia (como el aplastamiento de la revolución húngara en 1956), el Che fue fiel a las enseñanzas básicas del marxismo hasta las últimas consecuencias: la revolución socialista se desarrolla internacionalmente, o degenera en su aislamiento.
El inmenso mérito de Guevara, radica básicamente en haber sido fiel hasta la muerte a la necesidad de extender la revolución socialista al continente, como única forma de impedir la consolidación de una burocracia en Cuba como producto del aislamiento. Su llamado a hacer “dos, tres, muchos Vietnam”, fue un grito de guerra que conserva intacta su vigencia y es un bofetón no sólo al capitalismo sino también a todos los renegados que se esmeran por intentar explicar de mil formas que la revolución ya no es posible, y que ahora se trata de administrar bien, de humanizar al capitalismo y todos los lamentos llorosos que tanto molestaban al Che.
El homenaje real a Guevara a tres décadas de su asesinato, es continuar la tarea inconclusa de llevar al triunfo a la única revolución que no es una caricatura: la socialista.
JORGE GUIDOBONO
La Gran Contradicción del CORDOBAZO
(Un artículo de JORGE GUIDOBONO para Bandera Roja Nº 41, 15/6/1999)

Contra lo que gustaba repetir Menem acerca de que “el peronismo nunca apoyó un golpe de estado”, el golpe de Onganía contra el gobierno radical de Arturo Illia –el 28 de junio de 1966– lo desmiente. Perón no se pronunció en contra sino que, ante la asunción de Onganía afirmó esperanzado: “Al rengo hay que verlo caminar para saber de qué lado cojea”. La principal figura del peronismo en el país, el dirigente de la UOM y las 62 Organizaciones, Augusto Timoteo Vandor, se puso una corbata por primera y única vez en su vida para asistir a la ceremonia de asunción de Onganía.
Pero los primeros meses de 1969 empezaron a complicarle la vida al tirano: fuertes movilizaciones contra el encarecimiento del comedor universitario, el asesinato de los estudiantes Bello y Cabral y un clima de creciente descontento social, terminaron estallando el 29 de mayo de 1969 en Córdoba, a partir de la huelga de los trabajadores de las automotrices.
Ese día marcó un antes y un después en la historia del país. Los trabajadores, los estudiantes y el pueblo conquistaron la ciudad e hicieron huir a la policía.
La llamada Revolución Argentina de Onganía, entraba en una acelerada cuenta regresiva. En las altas esferas burguesas y militares se profundizaban las fisuras. Y entre los trabajadores y los estudiantes se soldaba la unidad en profundos procesos de radicalización, con importantes sectores de vanguardia y el grueso de las bases acompañando la lucha antidictatorial.
La lucha que abrió el cordobazo siguió en todo el país. Los “azos” se desparramaron por los cuatro puntos cardinales. De ellas fueron parte figuras como Agustín Tosco, René Salamanca, José Francisco Páez, Gregorio Flores y muchos otros.
Mucho se discutía entre la vanguardia de esos años, sobre las grandes líneas estratégicas de la revolución: si foco o partido, si guerra popular prolongada del campo a la ciudad, si insurreción urbana, si la clave era luchar por la conciencia de la clase obrera o implantar un foco rural y/o urbano.
Miles de compañeros participamos de esas polémicas, acompañados por la simpatía de decenas de miles.
La radicalización de franjas obreras, estudiantiles y populares, aumentaba. La división de la burguesía también. La caída de Onganía, dio lugar a un interinato de nueve meses del brigadier Levingston. Cuando asumió Lanusse la burguesía se había puesto de acuerdo, en lo fundamental, en una política común: el único que podía apagar el incendio iniciado en Córdoba, era el general Perón. Así nació el Gran Acuerdo Nacional (GAN), que fue un permanente “tire y afloje” con el general exiliado, para que volviera al país con las manos más o menos libres.
Ese proyecto se apoyaba en una realidad social y política altamente favorable para la burguesía: mientras el activismo discutía –y actuaba– sobre la necesidad de una estrategia revolucionaria, el grueso de la clase obrera y el pueblo seguían anestesiados por la educación de conciliación de clases, instrumentada en la época de bonanza del país (la segunda guerra mundial y la posguerra). Para esa gran masa, quienes discutían acerca de la revolución eran “buenos muchachos” que no se daban cuenta de que bastaba con lograr “que vuelva Perón, y se arregla todo”.
La experiencia de los trabajadores con Perón, que fue interrumpida con el golpe gorila del ’55, se transformó de hecho en una formidable palanca política para la burguesía: sólo él podía acabar con ese proceso de radicalización que amenazaba con extenderse, ya que era el depositario de todas las ilusiones de las masas.
El regreso de Perón y la alternativa electoral fueron “cuestión de Estado” para la burguesía. La vieja UCR aportó el funcionario para encabezar el Ministerio del Interior –Mor Roig– que fue posteriormente asesinado.
Como un hábil mago, Perón desplegó un mazo de cartas con un juego diferente en cada mano. Mientras con la izquierda hablaba de la “juventud maravillosa” y alentaba la lucha armada de Montoneros y otros grupos peronistas, con la mano derecha armaba los conflictivos pactos con Lanusse y el gran capital, e incluso dejaba correr la preparación de los “escuadrones de la muerte” de la ultraderecha, llamados posteriormente “Triple A”, que hicieron su debut con la masacre de Ezeiza de junio de 1973.
La maquiavélica conspiración armada por la burguesía y el Estado Mayor, tuvo múltiples idas y vueltas con Perón, pero funcionó.
Entre otras cosas, este funcionamiento se vio facilitado porque el grueso de las corrientes que se reclamaban anticapitalistas y socialistas no fueron capaces de comprender ni de enfrentar esta maniobra, ya que ello le significaba enajenarse la simpatía –así fuera pasiva– de una franja de masas peronista.
Así, a medida que avanzaba el GAN, se achicaba el espacio para la lucha sindical revolucionaria o para “los fierros”: la situación reclamaba definiciones políticas claras. Y eso era lo que faltaba. Un amplio espectro del llamado clasismo –desde Tosco y Salamanca hasta Santucho y Altamira– acuñó el impotente “Ni golpe ni elección, revolución”. A medida que se acercaba el tiempo electoral, esta consigna se tradujo en el llamado al voto en blanco.
La heroica vanguardia que actuó desde el Cordobazo en adelante no fue capaz de enfrentarse a Perón, y levantar una opción clasista y socialista ante el movimiento de masas. Hizo de cuenta que había “superado el electoralismo” y, por esta vía, de hecho le hizo un favor a Perón. Y este favor no se pudo tapar con el ruido de la más graneada salva de ametralladora. El PC, por su parte, constituía un bloque burgués (llamado Alianza Popular Revolucionaria, APR) con el PI de Oscar Alende y con la curia de la Democracia Cristiana encabezada por Horacio Sueldo.
La única corriente que tuvo la valentía política de enfrentar a Perón –a pesar de su pequeñez y, seguramente, también con errores– fue el PST. “No vote patrones, burócratas ni generales” fue la consigna que presidió las candidaturas de Coral-Ciappone en marzo de 1973 y de Coral-Páez, enfrentando a la fórmula Perón-Perón en septiembre del mismo año. Fue respaldada, respectivamente, por 70.000 y 180.000 votos.
Esta posición colocó al PST en un lugar de privilegio durante muchos años dentro de la izquierda (y estuvo en la base del desarrollo del MAS desde 1983 hasta 1990). Pero no fue suficiente para frenar el terrible curso a la derecha, abonado por Perón primero y por su señora después, que llevó al auge de las Tres A y culminó con el golpe del 24 de marzo de 1976.
Hoy es imposible saber si un bloque político de la izquierda clasista hubiera podido cambiar el curso de los acontecimentos. Lo que sí es seguro es que se hubiera podido oponer una mayor y más firme resistencia. También es seguro que los votoblanquistas de distinta procedencia, renunciaron –aunque con un discurso ultraizquierdista– a disputarle a Perón la “cabeza” del movimiento obrero. Y le facilitaron al general, la tarea de ser el enterrador político del Cordobazo.
Jorge Guidobono
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La Ciudad de las Barricadas

Córdoba y el desarrollo industrial
La proscripción del peronismo y el exilio del general Juan Domingo Perón, como producto del golpe militar de 1955, desataron la resistencia peronista en el movimiento obrero y comenzó la transformación de un hombre en mito viviente.
A fines de los ’50, la presidencia de Arturo Frondizi intentó instrumentar un programa que buscaba el desarrollo industrial en una combinación de capitales privados y estatales y, por ley, derogaba los fundamentos nacionales proteccionistas implementados por Perón.
La provincia de Córdoba vivió esa transformación. Su desarrollo, basado fundamentalmente en la instalación de las plantas de Fabricaciones Militares, abrió paso a la industria automotriz y sus derivados en forma plena (aunque ya en tiempos de Perón la Fiat había logrado un convenio más que ventajoso comprando la planta de la localidad de Ferreyra).
La instalación de Kaiser y su posterior compra por Renault, en septiembre de 1967, junto a la incorporación de tecnologías de avanzada en la producción mundial, transformaron al pequeño pueblo comercial y a la provincia agraria en el segundo centro industrial del país.
Fue una verdadera revolución en lo cultural y social, combinada con una importante inmigración producto de la demanda laboral y la urbanización vertiginosa que vivió la provincia. El 50% de la mano de obra que ingresó en sus plantas (incluidas las militares) tenía origen en el interior agrario de Córdoba. La amplia mayoría de los obreros que ingresó a las fábricas, era una primera generación de trabajadores industriales.

Córdoba, la dictadura y los sindicatos
El gobierno de Frondizi no pudo soportar las presiones de los planteos militares. Fue obligado a renunciar en marzo de 1962 y el presidente del Senado, José María Guido, convocó a elecciones para el año siguiente. Con el peronismo proscripto, ganó la presidencia el radical Arturo Illia con menos del 25% de los votos. Fue un gobierno endeble.
En junio de 1966, el comandante en jefe del Ejército, general Juan Carlos Onganía, da un golpe de Estado y asume el gobierno apoyado por un sector empresarial y sindical (ligado a Augusto Timoteo Vandor, jefe de la CGT). La intención del dictador era quedarse en el gobierno sin plazos preestablecidos, sin libertades políticas ni culturales. Así, a un mes de asumir, ordena a la Policía Montada ingresar a caballo y a palazos a la Facultad de Ciencias Exactas. El hecho pasa a la historia como La Noche de los Bastones Largos. Su ministro de Economía, Adalbert Krieger Vassena, anuncia el Plan de Estabilidad y Desarrollo apoyado por el FMI y el empresariado extranjero en el país.
Desde su llegada a Córdoba, la patronal italiana (Fiat) actuó con la firme decisión de no permitir a sus obreros contar con un sindicato de carácter nacional. Con el visto bueno de Frondizi, la Fiat había creado el Sindicato de Trabajadores para las plantas de Concord y Materfer (Sitrac-Sitram) como un apéndice de la empresa, pasando por arriba de las leyes argentinas. Los trabajadores de la Fiat no fueron parte del Cordobazo, de hecho la mayoría lo vivió en su casa.
Los sindicatos vandoristas Smata, de Elpidio Torres, y la UOM dirigida por Alejo Simó, no pudieron construir una sólida relación con las bases como lo había hecho la burocracia central. La disputa permanente por las afiliaciones, la dureza de las nuevas patronales imperialistas, y el surgimiento de la rebelde CGTA a escala nacional (CGT de los argentinos, liderada por el gráfico Raimundo Ongaro), determinaron que el vandorismo jamás pudiera conquistar al flamante proletariado cordobés.
El gremio de Luz y Fuerza de Córdoba estaba dirigido por Agustín Tosco (de orientación marxista) y aglutinaba a los trabajadores de EPEC. Al frente de la UTA, se hallaba Atilio López, que se formó en la resistencia peronista. Durante el onganiato, ambos fueron importantes referentes de la resistencia a la dictadura.

Córdoba y el Cordobazo
El 12 de mayo de 1969, el gobierno nacional establece, por ley, la media jornada del día sábado (“sábado inglés”). Esto, sumado a las “quitas zonales” que las metalúrgicas imponían a los salarios del interior de la provincia con respecto a los de la capital, más el odio acumulado hacia la dictadura, detonaron la respuesta obrera. Smata y la UOM resuelven un paro activo de 36 horas con movilización a la sede de la CGTA, en el centro de la ciudad, para el 29 de mayo.
La policía sitia la ciudad y se prepara para esperar a los manifestantes en la avenida Vélez Sarsfield y Boulevard San Juan.
Los trabajadores inician su marcha desde los lugares de trabajo. La columna de IKA-Renault cruzaba la Vélez Sarsfield. Las barriadas aportaban botellas y toda clase de elementos caseros para el combate. Los estudiantes lanzaban gatos a los perros policiales. Los estudiantes de química fabricaban explosivos. La policía disparó cuando vio avanzar a la gruesa columna, cobrándose la vida de Máximo Mena. Y tuvo que huir en desbandada cuando los obreros vieron caer a su compañero.
Un grupo de trabajadores tomó el Círculo Militar. La ciudad era testigo de ira y solidaridad. Los eternos curiosos de los balcones, ahora bajaban con muebles para alimentar hogueras, y con bebidas y comidas calientes para los huelguistas.
Una rebelión obrera y estudiantil recorría las calles de Córdoba.
Por la tarde, muchos obreros volvieron a sus casas. El día pasó sin pillaje. La violencia buscó símbolos políticos e ideológicos: edificios de compañías transnacionales, sedes militares, la estadounidense Xerox, eran blanco de las llamas o las piedras, mientras se preservaban las casas y los edificios que no eran símbolos de represión y autoridad. Nunca se había visto algo así.
La resistencia se concentró en la noche del Barrio Clínicas. Un comando de Luz y Fuerza dejó sin luz la ciudad. Desde las terrazas, llueve toda clase de objetos sobre las tropas. Francotiradores en los edificios esperan al Ejército. Tosco estima que 50.000 personas son parte de la resistencia.
La Renault, la misma que un año antes sufrió el paro de sus 23.000 operarios de París, la misma que sufrió el Mayo Francés, ahora sufre en Córdoba.
En el Día del Ejército, el Ejército entraba a la ciudad que le daría nuevo nombre a la fecha: Día del Cordobazo.

Córdoba y los estudiantes
Los estudiantes fueron, en todo el país, los primeros en enfrentar la llegada de Onganía. En Córdoba tuvieron su primer entrenamiento callejero en septiembre de 1966, y también a su primer mártir, Santiago Pampillón, herido de muerte por la policía.
Cuba, Vietnam, el Mayo Francés, eran debates ineludibles en la sobremesa de los multitudinarios comedores estudiantiles.
En Corrientes, el estudiante Juan José Cabral es asesinado por la policía el 15 de mayo de 1969, en medio de una protesta contra la privatización de los comedores universitarios. La misma protesta que en Rosario se cobraba la vida de un estudiante apellidado Bello. Las demostraciones de repudio ante estos asesinatos tienen alcance nacional, y son el preanuncio más inmediato del Cordobazo.
Los estudiantes tuvieron una intensa militancia en sindicatos y barrios. Se trasladaban de un punto a otro de la ciudad, en las primeras horas, sirviendo de inteligencia al desplazamiento de las columnas obreras. Y fueron los grandes héroes de la resistencia nocturna del barrio Clínicas.
En las calles, se consumaba la unidad obrera-estudiantil hecha barricadas.

Córdoba, el país, y después
En la tarde del 30 de mayo, el Ejército logra tomar el control de la ciudad. Las detenciones se cuentan por miles y de ellas no escapan Torres y Tosco, que son condenados mediante Consejos de Guerra.
Pero la dictadura había quedado herida de muerte. Cae el gobernador provincial, cae el ministro de Economía nacional –Krieger Vassena– y en junio de 1970, Onganía es desalojado de la Casa Rosada.
Otros dos generales, Levingston y Lanusse, lo sucedieron en el gobierno. Pero desde aquel 29 de mayo, ni Córdoba ni el país volvieron a ser los mismos.
Se multiplicaron las luchas. Creció el sindicalismo clasista y combativo. Como tal, el Sitrac-Sitram fue hijo directo del Cordobazo. En marzo de 1970 comienza una rebelión de las bases de Fiat Concord contra la conducción amarilla de Jorge Lozano y compañía. Al poco tiempo, la rebelión se traslada a la planta de Materfer. Se desenvuelve una práctica de democracia sindical de combate protagonizada por una generación de trabajadores industriales que aprendieron, y enseñaron, al ritmo vertiginoso de Córdoba. Los obreros de la Fiat ya no tienen miedo y, cuando se enojan, hasta toman rehenes.
“Vengo a cortar la cabeza de la víbora comunista que anida en Córdoba”, había prometido el gobernador José Camilo Uriburu el 7 de marzo de 1971, ante la oligarquía local. Pero una nueva ola de luchas sacude a toda la provincia. Es mayo otra vez, pero ahora el pueblo adopta el nombre de “Viborazo”.
La represión fue implacable. Se militarizaron las plantas automotrices. Se encarceló a Tosco, a Ongaro, a dirigentes y activistas de Sitrac-Sitram. Pero de nuevo se redoblan las luchas y el régimen militar “entiende” que debía dar paso a elecciones para preservar los intereses de “la Nación” y a las mismas Fuerzas Armadas. El 1º de mayo de 1971 se lanza el Gran Acuerdo Nacional (pactado con el jefe del radicalismo, Ricardo Balbín), que permite la vuelta electoral y la participación del proscripto peronismo, que abre las puertas al retorno de Perón a la Argentina.
El militar no trajo la revolución o la “patria socialista” que muchos soñaban. Trajo la masacre de Ezeiza, la Triple A y una creciente represión desde las alturas del Estado. Había que enterrar el ejemplo del Cordobazo y liquidar al clasismo y a las corrientes políticas anticapitalistas.
La pronta muerte, le impidió a Perón completar la tarea: hizo falta la dictadura genocida que se instauró el 24 de marzo de 1976.
El combate contra sus consecuencias, y por la rearticulación de la organización obrera y popular antipatronal y antiburocrática, hacen imprescindible rescatar la memoria del Cordobazo, que puso al desnudo las entrañas de la revolución en la Argentina: obrera, urbana y popular.
Hugo Verjádez
(Publicado en Bandera Roja Nº 52, 28/5/2001)

Bibliografía consultada:
James P. Brennan, El Cordobazo, Ed. Sudamericana.
Richard Gillespie, Los soldados de Perón, Ed. Grijalbo.
Los ’70, Nº 3, 2da. quincena de julio de 1997.
MAYO 1968
La vigencia de sus lecciones

El año comenzó con la ofensiva del Vietcong en enero, tomando ciudades y hasta la embajada yanqui en Saigón. Pero el hecho más importante de un año pletórico de grandes luchas y movilizaciones revolucionarias fue el llamado “Mayo Francés”. En él los estudiantes universitarios fueron el acicate que ayudó a poner en pie al gigantesco proletariado francés después de un prolongado retroceso bajo la conducción del Partido Comunista, su CGT, sus matones y sus “fuerzas de orden”.
Las luchas estudiantiles conmovieron las calles en mayo y los estudiantes se lanzaron a rodear con sus manifestaciones a la legendaria fábrica de Renault, la fábrica testigo de la clase obrera, aquella cuyo comportamiento incidía fuertemente en el accionar del conjunto de la clase.
La poderosa chispa estudiantil encontró terreno fértil en la clase obrera y, a pesar del fuerte boicot del stalinismo, en pocos días una avalancha de ocupaciones de fábricas, empresas, bancos, teatros y todo tipo de establecimientos, sacudió a Francia. Mientras la burguesía no atinaba a dar respuesta el movimiento de masas iba derramándose como lava por toda Francia.
Por primera vez en el siglo se daba una convergencia de esa magnitud entre obreros y estudiantes.
El 29 de mayo de 1968 nadie en Francia encuentra a De Gaulle durante varias horas. Diez millones de trabajadores en huelga han tomado todas las fábricas y miles de estudiantes organizan mitines anticapitalistas y barricadas de enfrentamiento con la policía. Consciente de lo inmanejable que se ha vuelto la situación, De Gaulle reaparece para anunciar elecciones el próximo 23 de junio. Eso sí, antes ha pasado revista a sus tropas en Alemania por si hiciera falta una represión en gran escala: por eso había desaparecido.
Todo se ha desarrollado vertiginosa e inesperadamente: el movimiento espontáneo de los estudiantes nacido en las aulas francesas, fue propagándose y organizándose en las calles. Desde Nanterre a La Sorbona y del Barrio Latino a toda Francia. Con diarias movilizaciones de decenas de miles de estudiantes, con barricadas que “cierran las calles pero abren el camino”, comienzan a rebelarse ante todo signo de autoridad educativa para seguir inmediatamente con cualquier autoridad y valor establecido que se les pusiera en frente.
Se animan a imaginar un mundo mejor y actúan en consecuencia: se rebelan e intentan barrer con todo lo establecido, convirtiendo a París en una “fiesta” de libertad donde todo se cuestiona y se pone en juego, donde se debate política revolucionaria y cultura; donde se rompen todos los prejuicios, los tabúes sexuales y los adoquines de las calles para procurar municiones. Los punzantes e imaginativos graffitis inundan las paredes manifestando el repudio a todos los valores de la podrida y anacrónica sociedad burguesa.
El crecimiento sin precedentes de la posguerra, que durante dos décadas generó acelerados cambios económicos y sociales (entre ellos el nacimiento de enormes ejércitos de estudiantes) entró en cortocircuito con la cultura y valores vigentes y llevó a los mismos estudiantes que debían servir de base al desarrollo capitalista, a ser sus más firmes cuestionadores. Los mismos batallones surgidos en la década de los sesenta(*) para dirigir desde los estratos medios al mundo burgués se rebelan en su contra, y rechazan todos los valores e instituciones que lo sustentan con gran decisión y coraje. Han puesto en jaque a toda la sociedad que ellos debieran ayudar a reproducir, se enfrentan a la policía y convocan a los obreros y a toda la sociedad a que imiten su empresa.

El camino abierto por las barricadas va a ser recorrido por la clase obrera y sacudirá al mundo
“La noche de las barricadas” marcará una inesperada dimensión del conflicto abierto por los estudiantes: la brutal represión en el Barrio Latino muestra el verdadero rostro del gobierno gaullista y genera la espontánea reacción de los trabajadores, que primero acudirán masivamente a una manifestación en repudio a la salvaje represión y luego irán tomando una a una todas las fábricas declarando la huelga por tiempo indeterminado, desbordando en el inicio, a la poderosa burocracia stalinista y poniendo en jaque a una burguesía que se agazapa temerosa, sin terminar de comprender qué ha pasado.
La chispa del conflicto estudiantil se posó sobre varios barriles de dinamita que demostraron no estar precisamente húmedos.
La toma de la fábrica de Renault-Billancourt en pleno París ­con 23.000 operarios y referente de todo el movimiento obrero del país desborda a los burócratas stalinistas (que contaban con más de 3.000 militantes en el sector) y convierte la huelga en una mancha de aceite que llegará a contar con 10 millones de trabajadores mandando en las fábricas y cuestionando el poder en el país.
La huelga obrera conmueve al mundo por su colosal demostración de poder. Todo ha sido paralizado: la producción, el transporte, los servicios públicos y la respiración de la burguesía mundial. El mundo mira a Francia: la huelga obrera más grande desde hace varias décadas refuta de manera contundente a los ideólogos de la muerte de la clase obrera como sujeto de la revolución, y crea durante varios días un doble poder en uno de los países capitalistas centrales.
De Gaulle se preparó para resolver esta dualidad y fue a arengar a las tropas francesas acuarteladas en Alemania, las menos “contaminadas” por el fervor revolucionario. Y contraatacó políticamente aprovechando que el Partido Comunista (PC) lograba mantener encorsetado al gigantesco movimiento y buscaba llevarlo hacia la negociación salarial y las elecciones.
Una huelga general como la francesa o avanzaba hacia la insurrección, o dejaba la iniciativa en manos del enemigo. O encaraba el ataque al estado burgués y su poder, así fuera llevando la dualidad de poder social y política también al terreno militar –organizando a un sector de los soldados y a parte de la suboficialidad y la más baja oficialidad junto a los huelguistas–, o era inevitable que empezara a retroceder y que se iniciara el contraataque burgués.
La llave maestra en lo político para este operativo imperialista fue el PC: logró mantener en lo fundamental el control de la clase obrera, mediante concesiones económicas que la burguesía siempre está dispuesta a dar si siente peligrar su poder.
El PC logró también encaminar ese gran movimiento hacia las elecciones. En ellas no sólo votan los que trabajan y producen sino los rentistas, curas, tenderos y multitud de parásitos sociales que anidan en el complejo entramado social, además de los campesinos que votan a los burgueses, por miedo a que “los comunistas les saquen sus tierras”.
Así triunfó De Gaulle poco después de estar enfrentado por una huelga general con ocupación de establecimientos en toda Francia.
Las lecciones del mayo francés tienen completa vigencia: no sólo por lo irreverente y desmitificador de los valores burgueses, sino también por la potencia que demostró la clase obrera y por la fuerza y habilidad que demostró la burguesía para aprovechar los problemas de los explotados y volver al ataque.
La Francia de hoy, con millones de desocupados y con un 15% de votos al fascista Le Pen, es una de las secuelas del hecho que mayo del ’68, no fuera hasta el final. La otra, es que en los últimos años el movimiento obrero ha vuelto a luchar, se ha debilitado sideralmente el otrora descomunal PC y tienden a afianzarse corrientes revolucionarias entre los explotados y sus sectores más lúcidos.

JULIO HERNANDEZ
(*) En los ’60 el movimiento estudiantil pasa de ser una ínfima minoría, una elite, a conformar cientos de miles en casi todos los países del mundo (en Francia, pasa de 200.000 en 1960 a 605.000 en 1968).
Fuentes consultadas:
Hobsbawm, Eric, Historia del siglo XX, Ed. Crítica, Barcelona, 1997.
Vidal Villa, José María, Mayo ‘68: la imaginación al poder, Ed. Bruguera, Barcelona, 1978.

CRONOLOGÍA
Marzo 22
Nace en Nanterre el “Movimiento 22 de Marzo”. Su principal dirigente se llama Cohn-Bendit.
Marzo 22 al 28 Se masifican los debates anticapitalistas y las paredes de la facultad comienzan a hablar: “profesores sois viejos, vuestra cultura también”.
Abril 13 Un atentado contra el estudiante alemán Rudy Dutchske, reconocido luchador antimperialista provoca la inmedianta reacción estudiantil: unos 5.000 acuden al repudio convocado por del movimiento 22 de marzo.
Mayo 3 L’Humanité el diario del PC publica un artículo que provoca gran indignación entre los estudiantes de la Sorbona. Entre otras cosas, ataca a Cohn-Bendit llamándolo “judío alemán”. De manera espontánea, ese mismo día por la tarde 50.000 estudiantes gritan “somos todos judíos alemanes” y luego ocupan la Sorbona; el Cuerpo Republicado de Seguridad (CRS - policía antidisturbios) encarcela varios estudiantes para luego apoderarse de la facultad. Primeros enfrentamientos que duran varias horas.
Mayo 6 Marcha convocada por la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF - sindicato estudiantil de izquierda). Sus consignas: “contra la represión policial, la prensa reaccionaria y la universidad burguesa”. 30.000 estudiantes arman las primeras barricadas y cócteles molotov. Se producen fuertes enfrentamientos con un resultado de 800 estudiantes y 350 policías heridos.
Mayo 7 El PC, mediante su colateral Unión de Estudiantes Comunistas (UEC), intenta desviar la lucha con un programa reivindicativo “estudiantil”. La respuesta de los estudiantes revolucionarios no se hace esperar: 60.000 estudiantes participan de “la larga marcha” que recorre 30 kilómetros por todo París. El objetivo: liberar la Sorbona.
Mayo 10 “La noche de las barricadas”. La UNEF intenta hacer una marcha conjunta con las centrales obreras pero éstas se rehúsan. Marchan entonces los universitarios, a los que se les agregan bachilleres, profesores y jóvenes trabajadores llegando a ser unos 50.000 en total. Tras echar a la UEC de la marcha intentan ocupar la Sorbona, que está infestada de policías. Deciden tomar entonces todo el Barrio Latino y enfrentar a la policía. Rápida y espontáneamente organizan entre 30.000 estudiantes unas 20 barricadas en todas las salidas de la Sorbona. Se llevan a cabo numerosas charlas políticas y culturales, se llenan las paredes con grafittis y se aprovisionan con adoquines y cócteles. A las 2.15 se inicia un salvaje ataque policial que es respondido una y otra vez desde las barricadas, pero la furiosa represión se impone.
Mayo 11 La noche de las barricadas conmueve a toda la sociedad. La CGT y la UNEF convocan a una huelga de 24 horas y una marcha para el día 13.
Mayo 13 La huelga general es absoluta. A la marcha acuden 1.000.000 de personas. Se reabre la Sorbona y los estudiantes la ocupan.
Mayo 14 Los obreros de Sud-Aviation en Nantes toman la fábrica y se declaran en huelga por tiempo indeterminado.
Mayo 15 Lo mismo hacen los trabajadores de Renault-Cleon.
Mayo 16 Ahora es el turno de Renault-Billancourt. Pronto serán 10 millones los trabajadores en huelga indefinida.
Mayo 17 Tres mil estudiantes se dirigen a Renault-Billancourt para solidarizarse activamente con los trabajadores y los guardias del PC los “persuaden” de no solidarizarse más allá de la puerta de la fábrica. Será una constante del PC intentar aislar la huelga de los estudiantes más radicalizados.
Mayo 24 La CGT convoca dos marchas en distintos sitios de París exigiendo reivindicaciones. Los estudiantes se niegan a apoyarla y convocan otra en Lyon. Entre otras consignas levantan “por la abolición de la patronal, por el poder de los trabajadores”. Es incendiada la Bolsa de Comercio y se prepara la “segunda noche de las barricadas”, que superará en violencia a la anterior. A pocos kilómetros de París algunos tanques realizan maniobras. En Lyon se produce la primera muerte: un comisario es aplastado por sus propias tanquetas empujadas por los estudiantes. Se prohíbe el reingreso de Cohn-Bendit a Francia.
Mayo 25 Comienzan las negociaciones entre la CGT y el gobierno. La pelea está tratando de ser encauzada hacia donde más le conviene a la burguesía y a la burocracia stalinista: a la mesa de negociaciones y al parlamento.
Mayo 27 La base del movimiento obrero rechaza “los acuerdos de Grenelle” entre De Gaulle y los líderes sindicales. La CGT llama a no ceder a las “provocaciones” que desvíen las negociaciones.
Mayo 28 El gobierno pasa a la ofensiva inundando Francia con los Comités de Defensa de la República, exaltando los valores patrióticos.
Mayo 29 Marcha del PC (300.000 personas) exigiendo la dimisión de De Gaulle y elecciones presidenciales.
Mayo 30 De Gaulle continúa su ofensiva: anuncia elecciones legislativas para el 23 de junio y convoca a sectores de masas a copar las calles. El PC acepta cínicamente el reto electoral y comienza a neutralizar la huelga.
Junio 6 L’Humanité titula “Vuelta victoriosa al trabajo en la unidad”. Si bien todavía hay sectores de trabajadores que no se resignan a abandonar las tomas, el reflujo es evidente.
Junio 10 Un estudiante es asesinado en una marcha de un balazo. Otros cien estudiantes son encarcelados. Dos obreros mueren en enfrentamientos con la policía. La CGT no hace esperar su “vigorosa” protesta: ¡una hora de paro! ¡Nada!
Junio 11 Mil quinientos detenidos luego de feroces enfrentamientos.
Junio 13 Se decreta la disolución de organizaciones revolucionarias, se comienza a detener a cientos de activistas y se prohíben las manifestaciones y mitines.
Junio 23 De Gaulle arrasa en las elecciones.
El próximo JUEVES 1º de MAYO realizaremos un ACTO / DEBATE
a las 16.30 en Av. de Mayo 860, 1er. Piso
En esta fecha de importancia histórica para los explotados del mundo, crecen las guerras de colonización imperialista, sea por vía de la invasión militar, la llamada "contrainsurgencia" (con el genocidio de los palestinos), el fomento de enfrentamientos tribales (sobre todo en Africa) o la creación de estados títeres como el de Kosovo y los que se intentan en el Tibet y también en la cercana Bolivia... En la Argentina, inmersos en la extorsión de los grandes exportadores agropecuarios, al mismo tiempo que proliferan los despidos y se reprime y se persigue judicialmente a los trabajadores que luchan.
Desde la LSR consideramos necesaria la realización de una masiva manifestación anticapitalista y antimperialista el próximo 1º de mayo. En función de ello difundimos el "Llamamiento" que publicamos en la tapa del último número de Bandera Roja el 1º de abril (y que reproducimos al pie de este mensaje).
Pero precedidos por numerosas derrotas, vamos a un 1º de Mayo donde prevalece la fragmentación y sin que ningún sector obrero asuma una convocatoria que pueda ser un punto de referencia para el conjunto de la población trabajadora. De esto no es ajeno el negativo papel jugado por la mayoría de las agrupaciones de izquierda en los últimos conflictos obreros (como Dana, Casino, Jabón Federal, etc.) y, en especial, respecto del "paro agrario", lo que ha derivado en múltiples pequeñas convocatorias en medio de una gran descomposición y crisis política. Ests problemas no son privativos de la Argentina: lo mismo se vive en Italia, en Francia, en Uruguay, por tomar sólo unos pocos ejemplos. Y ni que hablar en Estados Unidos, donde el grueso de la población se apresta a votar por los demócratas creyendo ingenuamente que, con ellos, se acabará la guerra. Al mismo tiempo, los trabajadores portuarios planean un paro para exigir el retiro de las tropas de Iraq y Afganistán.
En este contexto, la LSR considera ineludible la realización de una actividad el 1º de Mayo que posibilite el abordaje de algunos de los principales problemas que atraviesan al proletariado en la actualidad y cómo enfrentarlos (incluyendo la necesidad de avanzar hacia un reagrupamiento de quienes sostenemos la necesidad de la revolución socialista internacional).
Para eso, decidimos convocar a un acto que tendrá a la vez la característica de charla/debate.

Para que sea de utilidad, es necesaria tu participación, tu opinión y tu actividad.
No es necesario que te pongas “la camiseta” de la Liga para que participes. Sólo se necesita que seas honesto con tu pensamiento y respetuoso con el de los demás.
TE ESPERAMOS.
Y agradecemos que difundas esta invitación entre tus compañeros, familiares y amigos.

1/4/2008: LLAMAMIENTO 1ro. de MAYO

Lla­ma­mien­to:
Por una manifestación an­ti­ca­pi­ta­lis­ta y an­tim­pe­ria­lis­ta
el 1º de Mayo
Por la uni­dad de los ex­plo­ta­dos la­ti­noa­me­ri­ca­nos, con­tra las ar­ti­fi­cia­les fron­te­ras que di­vi­den nues­tras fuer­zas pa­ra que los gran­des mo­no­po­lios te­rra­te­nien­tes, fi­nan­cie­ros e in­dus­tria­les, na­cio­na­les e in­ter­na­cio­na­les, pro­fun­di­cen el sa­queo de to­das las ri­que­zas, a cos­ta de la de­pre­da­ción am­bien­tal y la degradación de la humanidad.
Pro­po­ne­mos:
A to­dos los tra­ba­ja­do­res en lu­cha, los cuer­pos de de­le­ga­dos y ac­ti­vis­tas in­de­pen­dien­tes del Es­ta­do, las pa­tro­na­les y las bu­ro­cra­cias, y to­das las or­ga­ni­za­cio­nes po­lí­ti­cas y so­cia­les an­ti­ca­pi­ta­lis­tas, que con­vo­que­mos en co­mún a una gran jor­na­da de pro­tes­ta en to­dos los pun­tos neu­rál­gi­cos del país. En Ca­pi­tal y Gran Bue­nos Ai­res, por ejem­plo, po­dría par­tir de la em­ble­má­ti­ca Pla­za Lo­rea, co­mo cul­mi­na­ción de un tra­ba­jo de pro­pa­gan­da y agi­ta­ción co­ti­dia­na en los ba­rrios du­ran­te todo el mes.
Pa­ra que esa jor­na­da pue­da ser uni­ta­ria y ma­si­va, des­te­rre­mos los ac­tos ma­ra­tó­ni­cos y/o los su­pues­tos “do­cu­men­tos uni­ta­rios” que ter­mi­nan sien­do una col­cha de re­ta­zos que no con­for­man a na­die y só­lo sir­ven pa­ra de­bi­li­tar la ma­si­vi­dad de la con­vo­ca­to­ria.
Cree­mos que es muy sen­ci­llo, si te­ne­mos la vo­lun­tad de ha­cer­lo, po­ner­nos ya en mo­vi­mien­to pa­ra di­fun­dir una con­vo­ca­to­ria tan sim­ple co­mo re­vul­si­va, ba­sa­da en unos po­cos pun­tos, que podrían ser:
3 Por el sa­la­rio, el tra­ba­jo y las li­ber­ta­des;
3 Por la sa­lud, la edu­ca­ción, la vi­vien­da y la ali­men­ta­ción de to­da la po­bla­ción;
3 Contra los monopolios terratenientes, financieros e industriales y los que gobiernan para ellos;
3 Apoyo a todas las luchas obreras;
3 Con­tra la xenofobia y las gue­rras imperialistas.
So­bre es­te ele­men­tal lla­ma­do en co­mún –que po­dría ex­pre­sar­se, por ejem­plo, en una so­li­ci­ta­da, cadenas de mails, una ma­ri­po­sa de­ba­jo de la puer­ta de ca­da ca­sa y al­gún mo­des­to afi­che, es ob­vio que na­da obs­ta­cu­li­za­ría a ca­da sec­tor y or­ga­ni­za­ción la amplia difusión de su óp­ti­ca y pro­gra­ma, con la mo­da­li­dad que le pa­rez­ca más con­ve­nien­te, sin atarse a una ab­sur­da de­mos­tra­ción de me­tros cua­dra­dos ocu­pa­dos en la Ave­ni­da de Ma­yo. Por lo con­tra­rio, cuan­ta más fuer­za mi­li­tan­te dis­pon­ga una or­ga­ni­za­ción, ma­yor lle­ga­da po­drá te­ner en­tre la po­bla­ción tra­ba­ja­do­ra que se ha­ya sen­ti­do iden­ti­fi­ca­da con una con­vo­ca­to­ria que no le obli­gue a “po­ner­se la ca­mi­se­ta” de na­die a la ho­ra de sa­lir a la ca­lle a pro­cla­mar su des­con­ten­to. Así, tal vez, las fuer­zas de la iz­quier­da y, en par­ti­cu­lar, del so­cia­lis­mo re­vo­lu­cio­na­rio, pue­dan ir rear­ti­cu­lan­do un pro­ta­go­nis­mo po­lí­ti­co del que hoy ca­re­cen.
La Li­ga So­cia­lis­ta Re­vo­lu­cio­na­ria se po­ne a dis­po­si­ción para las reu­nio­nes y ta­reas acor­des con es­te pro­pó­si­to.
Ma­nos a la obra.
LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA
1º de abril de 2008

1/4/2008: ¿QUE DIRIAS SI TE SACAN 45% DEL SALARIO?

“¿Qué dirías si te sa­can el 45% del sa­la­rio?”
La pre­gun­ta en apa­rien­cia ino­cen­te es de lo más en­ga­ño­sa. En pri­mer lu­gar, se ol­vi­dan de que el 21% de to­do lo que con­su­mi­mos se des­ti­na a pa­gar el IVA. Es­te im­pues­to lo pa­ga­mos to­dos por igual y por lo tan­to afec­ta a los que me­nos tie­nen. Es­to quie­re de­cir que des­de el más po­bre del Gran Bue­nos Ai­res has­ta los tra­ba­ja­do­res ru­ra­les que vi­ven en con­di­cio­nes de mi­se­ria, es­tán pa­gan­do una par­te de los sub­si­dios que re­ci­ben las cla­ses do­mi­nan­tes del cam­po y la ciu­dad al ga­soil, ener­gía o trans­por­te pú­bli­co. Y el IVA en el 2007 fue el 31% de la re­cau­da­ción to­tal del Es­ta­do, mien­tras que las re­ten­cio­nes fue­ron só­lo el 14%. Por lo tan­to, efec­ti­va­men­te, nos es­tán sa­can­do to­do el tiem­po una par­te im­por­tan­te de nues­tro sa­la­rio. Ni que ha­blar de lo que nos ro­ban las em­pre­sas cuan­do no de­po­si­tan los apor­tes ju­bi­la­to­rios o con­tra­tan “en ne­gro”. Y ni los te­rra­te­nien­tes del cam­po ni los ve­ci­nos sen­si­bles de Ba­rrio Nor­te sa­lie­ron a ma­ni­fes­tar­se por eso.
En se­gun­do lu­gar, ve­ni­mos su­frien­do ha­ce va­rios años la caí­da del po­der ad­qui­si­ti­vo de nues­tros sa­la­rios debido a la in­fla­ción. Y una de las cau­sas de los au­men­tos de los ali­men­tos es que su­ben los pre­cios in­ter­na­cio­na­les y “el cam­po” pre­ten­de ven­der sus pro­duc­tos al mis­mo va­lor en el mer­ca­do in­ter­no. O sea, en for­ma di­rec­ta, “el cam­po” le ba­ja el sa­la­rio a los tra­ba­ja­do­res.
En ter­cer lu­gar, no tie­ne nin­gún sen­ti­do po­ner en un pla­no de igual­dad el sa­la­rio con que se paga la fuerza de trabajo, con la ren­ta de la tie­rra. La ga­nan­cia que se lle­van los te­rra­te­nien­tes na­da tie­ne que ver con el es­fuer­zo que ha­cen. Es­tán ga­nan­do for­tu­nas por­que el pre­cio de sus pro­duc­tos es­tá muy por arri­ba de su va­lor (el tra­ba­jo ne­ce­sa­rio pa­ra re­pro­du­cir­lo). Es­to es por­que cre­ce mu­chí­si­mo la de­man­da de so­ja –es­pe­cial­men­te de Chi­na e In­dia– lo que ha­ce subir los pre­cios y, por lo tan­to, quie­nes tie­nen el mo­no­po­lio de la tie­rra, lle­nan sus bol­si­llos. Na­da más ale­ja­do de la rea­li­dad de un tra­ba­ja­dor, que deja su vi­da en jor­na­das la­bo­ra­les de 12 o 14 ho­ras.
La ren­ta de la tie­rra, al igual que la ga­nan­cia del ca­pi­tal no es una re­tri­bu­ción al es­fuer­zo si­no un ro­bo rea­li­za­do a dia­rio a to­dos los tra­ba­ja­do­res del mun­do. Por lo tan­to, las retenciones se­rían apenas una pequeña de­vo­lu­ción por el ro­bo que nos ha­cen.
En con­clu­sión, el ar­gu­men­to de la su­pues­ta con­fis­ca­ción que se­rían las re­ten­cio­nes no es más que una trampa para encubrir el robo de los que engordan sus bol­si­llos sin trans­pi­rar una go­ta de su­dor.
E. GOROSTEGUI

27/3/2008: QUE SE VAYAN ELLOS

QUE SE VAYAN ELLOS
Declaración de la LSR: jueves 27 de marzo de 2008
Ex­por­tan ali­men­tos pa­ra 300 mi­llo­nes de per­so­nas
y más de 10 mi­llo­nes pa­san ham­bre en el país.
La llamada “redistribución” no es más que la disputa intercapitalista por el reparto de una fabulosa plusvalía que sale de nuestras espaldas (aquí y en el mundo).
La Ar­gen­ti­na es­tá su­mer­gi­da en la ex­tor­sión de los gran­des pul­pos agroex­por­ta­do­res, léa­se So­cie­dad Ru­ral, CRA, etc., con el ver­gon­zan­te apo­yo de las py­mes nu­clea­das en la Fe­de­ra­ción Agra­ria Ar­gen­ti­na y Co­ni­na­gro, apo­ya­das por el Par­ti­do Co­mu­nis­ta y su ban­co Cre­di­coop.
Ellos ex­por­tan ali­men­tos pa­ra 300 mi­llo­nes de per­so­nas, se lle­nan los bol­si­llos de dó­la­res y eu­ros, mien­tras en la Ar­gen­ti­na hay más de 10 mi­llo­nes que no tie­nen qué co­mer, in­clui­dos la ma­yo­ría de los tra­ba­ja­do­res ru­ra­les y sus fa­mi­lias.
¿Es ló­gi­co, en­ton­ces, que se les re­ten­ga par­te de sus ex­por­ta­cio­nes; o que se les pi­da que ex­por­ten ape­nas un 10% me­nos? Ob­vio que es ló­gi­co.
El pro­ble­ma es que es­te go­bier­no, que es so­cio ca­pi­ta­lis­ta de to­dos ellos (los pro­ta­go­nis­tas de los cor­tes de ru­tas que ellos mis­mos lla­ma­ron a re­pri­mir cuan­do los hi­cie­ron los po­bres), no pu­do dar una res­pues­ta ca­paz de neu­tra­li­zar el pa­ro, sim­ple­men­te por­que los re­cur­sos que re­tie­ne so­bre las ex­por­ta­cio­nes no se des­ti­nan –ni en una mi­lé­si­ma par­te– a pa­liar el ham­bre de enor­mes sec­to­res po­pu­la­res.
Es­to ha he­cho, la­men­ta­ble­men­te, que al­gu­nos sec­to­res de la po­bla­ción vean con sim­pa­tía el pa­ro co­mo una for­ma de ma­ni­fes­tar el des­con­ten­to an­te un go­bier­no que mien­te en to­dos los nú­me­ros del In­dec, que apa­re­ce co­mo un “pa­to­te­ro” an­te los dis­tin­tos re­cla­mos so­cia­les y que, pa­ra col­mo, le­gi­ti­ma co­mo re­pre­sen­tan­tes en con­tra de la pro­tes­ta “del cam­po” a per­so­na­jes tan ne­fas­tos co­mo Mo­ya­no y D’E­lía. Con se­me­jan­tes “ami­gos”, ¿quién ne­ce­si­ta ene­mi­gos?
La in­ter­ven­ción de es­tos per­so­na­jes no ha he­cho más que echar le­ña al fue­go del des­con­ten­to po­pu­lar ya que pa­ra na­da los tra­ba­ja­do­res pue­den iden­ti­fi­car­se con esos je­rar­cas sin­di­ca­les que, cuan­do les to­có in­ter­ve­nir an­te la des­co­mu­nal olea­da de des­pi­dos que se ha vi­vi­do en los úl­ti­mos me­ses, só­lo lo han he­cho pa­ra ava­lar a las pa­tro­na­les o pa­ra po­ner sus ma­to­nes al ser­vi­cio de par­tir­les las ca­be­zas a los tra­ba­ja­do­res que de­fien­den con su lu­cha las fuen­tes de tra­ba­jo (ca­sos Htal. Fran­cés, Clí­ni­cas, Ca­si­no, Fa­te y tan­tos otros).
Pa­ra col­mo de ma­les, al­gu­nos sec­to­res de­no­mi­na­dos “de iz­quier­da” –pa­ra peor, “trots­kis­tas”– han sa­li­do a apo­yar el pa­ro oli­gár­qui­co-pa­tro­nal, jus­ti­fi­cán­do­se en el re­cla­mo de “los cha­ca­re­ros”. Con es­to han con­tri­bui­do gran­de­men­te a la con­fu­sión ge­ne­ral.
Acla­re­mos al­gu­nas co­sas. En pri­mer lu­gar, a las co­sas hay que lla­mar­les por su nom­bre: el de­no­mi­na­do “pa­ro agra­rio” es un LOCK OUT pa­tro­nal. Na­da más ale­ja­do de un re­cla­mo de los tra­ba­ja­do­res, o de los peo­nes ru­ra­les –en es­te ca­so– que es­ta im­pu­ne pro­tes­ta de los gran­des mo­no­po­lios ex­por­ta­do­res. Son ellos los que im­po­nen con­di­cio­nes de mi­se­ria a los pe­que­ños pro­duc­to­res ru­ra­les. El cam­pe­si­no que or­de­ña una va­ca tie­ne que ven­der­la al pre­cio que le im­pon­gan Mon­san­to y La Se­re­ní­si­ma. No es cier­to que sus mi­se­ra­bles con­di­cio­nes se des­pren­den de una re­ten­ción que el go­bier­no im­pon­ga a los mo­no­po­lios. Su mi­se­ria se des­pren­de de ser eter­nos re­he­nes de las con­di­cio­nes im­pues­tas por los gran­des mo­no­po­lios te­rra­te­nien­tes agroex­por­ta­do­res. Ellos im­po­nen, ade­más, los pre­cios de los fer­ti­li­zan­tes, de las se­mi­llas trans­gé­ni­cas, etc. Di­cho en otras pa­la­bras, no es el al­ma­ce­ne­ro de la es­qui­na quien pue­de im­po­ner el pre­cio de la le­che y otros pro­duc­tos: él vi­ve pre­so de los pre­cios im­pues­tos por los gran­des mo­no­po­lios de la in­dus­tria ali­men­ta­ria y de las ca­de­nas de dis­tri­bu­ción.
Por otro la­do, quie­nes en­ca­be­za­ron el “pa­ro agra­rio” son los mis­mos que ges­ta­ron el gol­pe del 24 de mar­zo de 1976, pre­pa­ran­do des­de mu­chos me­ses an­tes la or­ga­ni­za­ción pa­tro­nal (Ape­ge) que ape­ló a los mi­li­ta­res pa­ra aplas­tar al mo­vi­mien­to obre­ro y re­for­mu­lar la Ar­gen­ti­na pa­ra un mo­de­lo agroex­por­ta­dor que es el que hoy se lle­va ade­lan­te, de la ma­no de los al­tí­si­mos pre­cios in­ter­na­cio­na­les de la so­ja, por ejem­plo.

El ene­mi­go de mi ene­mi­go,
no es ne­ce­sa­ria­men­te mi ami­go
El go­bier­no de Cris­ti­na Kirch­ner –al igual que sus an­te­ce­so­res– no es pre­ci­sa­men­te un “go­bier­no po­pu­lar”. Es más, po­dría­mos de­cir que se ha re­ve­la­do co­mo un go­bier­no pro­fun­da­men­te an­tio­bre­ro, dis­pues­to a re­pri­mir to­da lu­cha de los tra­ba­ja­do­res en de­fen­sa de pues­tos de tra­ba­jo y/o del sa­la­rio y/o de las con­di­cio­nes la­bo­ra­les. En ese ca­rác­ter es que, a la vez, se mues­tra im­po­ten­te pa­ra neu­tra­li­zar el dis­cur­so de los gran­des te­rra­te­nien­tes. En cam­bio, or­ga­ni­za un ac­to en su apo­yo, ba­sa­do en los de­ca­den­tes apa­ra­tos po­lí­ti­cos y/o sin­di­ca­les de­pen­dien­tes de la ca­ja del Es­ta­do.
De las fa­bu­lo­sas re­ser­vas que dis­po­ne el BCRA, tras cin­co años de cre­ci­mien­to sos­te­ni­do –co­mo tan­to pro­cla­ma el Go­bier­no–, ni un so­lo pe­so se ha “de­rra­ma­do” pa­ra so­lu­cio­nar al­gu­no de los tan­tos pro­ble­mas ele­men­ta­les que pa­de­ce el grue­so de la po­bla­ción. An­te eso reac­cio­nan mu­chos sec­to­res cre­yen­do, in­ge­nua­men­te, que los “se­ño­res del cam­po” ven­drían a sal­var­nos de la in­jus­ti­cia pre­po­ten­te del ac­tual go­bier­no. Que un sec­tor bur­gués –de los más po­de­ro­sos– se que­je por­que le to­can un cen­ta­vo del bol­si­llo, no im­pli­ca que uno de­ba creer que ese re­cla­mo es en in­te­rés de los que me­nos tie­nen. Por lo con­tra­rio, ellos son in­sa­cia­bles: si pue­den ga­nar cien, ¡¡quie­ren dos­cien­tos!!, así sea al cos­to de de­sa­bas­te­cer al país de sus pro­duc­tos bá­si­cos.
En la Ar­gen­ti­na, no hay ra­zón al­gu­na pa­ra que un ter­cio de su po­bla­ción pa­se ham­bre. No se tra­ta de un país que tie­ne que ali­men­tar a 1.300 mi­llo­nes de per­so­nas, co­mo le ocu­rría a Chi­na an­tes de la re­vo­lu­ción, y ca­re­ce de re­cur­sos na­tu­ra­les pa­ra ha­cer­lo. No ha­ce fal­ta que la Ar­gen­ti­na sea so­cia­lis­ta ni re­vo­lu­cio­na­ria pa­ra que to­do ha­bi­tan­te co­ma. So­bran ali­men­tos. La prue­ba es­tá en el al­tí­si­mo ni­vel de ex­por­ta­cio­nes de ali­men­tos que rea­li­zan los mo­no­po­lios que han or­ga­ni­za­do el pa­ro y los cor­tes de ru­tas. Esa rea­li­dad tor­na más dra­má­ti­ca la si­tua­ción ac­tual y el en­fren­ta­mien­to de po­bres con­tra po­bres que pre­ten­den ge­ne­rar. ¿Por qué? Por­que los ex­plo­ta­dos he­mos que­da­do pre­sos de una dis­pu­ta mi­llo­na­ria en­tre dis­tin­tos sec­to­res bur­gue­ses. Don­de, cla­ra­men­te, los mo­no­po­lios agroex­por­ta­do­res y sus so­cios me­no­res de la FAA es­tán ac­tuan­do de la mis­ma ma­ne­ra que lo hi­cie­ron con­tra el go­bier­no po­pu­lar de Sal­va­dor Allen­de en Chi­le en 1973, o con la mo­vi­li­za­ción de Cor­pus Ch­ris­ti de ju­nio de 1955 con­tra Pe­rón.
A to­do eso hue­le el ac­tual “con­flic­to del cam­po”.
La po­bla­ción ex­plo­ta­da y opri­mi­da –las co­mu­ni­da­des in­dí­ge­nas, los cam­pe­si­nos sin tie­rras, los obre­ros des­pe­di­dos y hu­mi­lla­dos en to­do el país– no pue­de su­mar­se a es­te in­mun­do re­cla­mo de las pa­tro­na­les más po­de­ro­sas de la na­ción.
¡Que no nos con­fun­dan! Que hoy ellos se eri­jan en lí­de­res de la opo­si­ción al Go­bier­no no sig­ni­fi­ca que sean nues­tros de­fen­so­res.
Es una bur­la pa­ra to­do el pue­blo que se au­toad­ju­di­quen ser los con­ti­nua­do­res de los ca­ce­ro­la­zos del 2001. Por lo con­tra­rio, en aquel mo­men­to, la ma­yo­ría de la po­bla­ción tra­ba­ja­do­ra sa­lió a ma­ni­fes­tar­se en con­tra del go­bier­no de De la Rúa cuan­do és­te –an­te la des­co­mu­nal es­ta­fa mon­ta­da por el mi­nis­tro de Eco­no­mía, Do­min­go Ca­va­llo, que per­mi­tió la fu­ga de US$ 10.000 mi­llo­nes en una se­ma­na pre­vio a ins­ta­lar el “co­rra­li­to”– só­lo apli­có una “re­ce­ta”: es­ta­do de si­tio; es de­cir, re­pre­sión con­tra el pue­blo, tal co­mo lo tes­ti­mo­nian los más de 30 ase­si­na­tos aún hoy im­pu­nes.
Hoy, los gran­des me­dios de pren­sa co­la­bo­ra­ron a la men­ti­ra de que el pa­ro co­men­zó co­mo reac­ción an­te las du­ras pa­la­bras de la pre­si­den­ta. La ac­ti­tud de Cris­ti­na Kirch­ner, de sen­tar­se a una “me­sa de ne­go­cia­ción” con los que na­da quie­ren ne­go­ciar, es el co­rre­la­to ló­gi­co de su po­lí­ti­ca en la úl­ti­ma reu­nión del Gru­po de Río, a pos­te­rio­ri del bo­chor­no­so pa­pel ju­ga­do por el go­bier­no ar­gen­ti­no en la reu­nión de la OEA. Es que ellos son so­cios de los mis­mos sec­to­res ca­pi­ta­lis­tas que hoy lo en­fren­tan con los ta­po­nes de pun­ta. Es la mis­ma ac­ti­tud de ren­di­ción que an­te el Pa­pa cuan­do, ape­nas pro­cla­ma­da su vic­to­ria elec­to­ral, sa­lió a acla­rar que es­ta­ba en con­tra de le­ga­li­zar el abor­to. ¡Pe­se a que el Va­ti­ca­no ha­bía te­ni­do el atre­vi­mien­to de ava­lar al ca­pe­llán Ba­seot­to que de­cla­ró que el ex mi­nis­tro de Sa­lud, Gi­nés Gon­zá­lez Gar­cía, me­re­cía ser aho­ga­do en el mar con una pie­dra al cue­llo, tal co­mo ellos ha­bían he­cho con bue­na par­te de los des­pa­re­ci­dos!
Las po­lí­ti­cas de “con­ci­lia­ción” nun­ca han con­du­ci­do a buen puer­to.
Cuan­do los gran­des ca­pi­ta­lis­tas en­cuen­tran un “go­bier­no ami­go” que, des­de el dis­cur­so, alar­dea con el sen­ti­mien­to “na­cio­nal y po­pu­lar”, no ha­cen más que hos­ti­gar­lo pa­ra arran­car­le más y más de las su­cu­len­tas ga­nan­cias que ese mis­mo go­bier­no ya les pro­vee a cos­ta de man­te­ner el ham­bre del pue­blo.
A la vez, es­ta rea­li­dad mues­tra, des­car­na­da­men­te, las li­mi­ta­cio­nes de ese dis­cur­so “Nac­&Pop”, in­ca­paz en es­tos tiem­pos de en­fren­tar de­ci­di­da­men­te a los gran­des pul­pos mo­no­pó­li­cos de la úni­ca ma­ne­ra en que es po­si­ble ha­cer­lo: con el pue­blo tra­ba­ja­dor mo­vi­li­za­do pa­ra im­pe­dir que lo si­gan ex­tor­sio­nan­do. Pe­ro, cla­ro, ¿có­mo van a mo­vi­li­zar al pue­blo tra­ba­ja­dor si el pro­pio go­bier­no es el que lo re­pri­me día tras día? La pre­si­den­ta ha­ce alar­de de que siem­pre ha es­ta­do dis­pues­ta al diá­lo­go con to­dos los sec­to­res. Pe­ro sus puer­tas siem­pre es­tu­vie­ron ce­rra­das pa­ra las en­tre­vis­tas que le pi­die­ron las ma­dres de los em­plea­dos des­pe­di­dos del Ca­si­no.
Quie­nes ja­más com­par­ti­mos la ideo­lo­gía “pe­ro­nis­ta” de con­ci­lia­ción de cla­ses, al igual que nues­tros com­pa­ñe­ros que con­fia­ron du­ran­te dé­ca­das en un más so­ña­do que real pe­ro­nis­mo “de iz­quier­da”, no po­de­mos me­nos que re­co­no­cer en los ac­tua­les di­ri­gen­tes del lla­ma­do “pa­ro agra­rio” a los gol­pis­tas de siem­pre. A los que gol­pea­ron las puer­tas de los cuar­te­les en 1976 y hoy, cuan­do los mi­li­ta­res es­tán en el más com­ple­to des­pres­ti­gio, ape­lan al des­con­ten­to po­pu­lar –en par­ti­cu­lar el de sus cla­ses me­dias– pa­ra de­fen­der su in­sa­cia­ble bol­si­llo. Ahí es don­de apa­re­cen los “ca­ce­ro­le­ros” de la Con­cer­ta­ción Cí­vi­ca de Ca­rrió y el PRO de Ma­cri.
Hoy, cuan­do des­de es­ta ar­te­ra po­si­ción ape­lan a la me­mo­ria po­pu­lar del “Que se Va­yan To­dos”, les res­pon­de­mos que se­ría un gran pro­gre­so pa­ra el con­jun­to del país, que se va­yan ellos. Es de­cir, que el pue­blo se mo­vi­li­ce no pre­ci­sa­men­te pa­ra apo­yar­los co­mo lí­de­res de sus jus­tos des­con­ten­tos, si­no pa­ra ha­cer­les pa­gar to­das las cuen­tas que nos de­ben por la de­pre­da­ción de to­das las ri­que­zas; por los sue­los que se ago­tan de­bi­do a su ina­go­ta­ble sed de ga­nan­cia que les ha­ce plan­tar so­ja in­dis­cri­mi­na­da­men­te sin ro­tar los cul­ti­vos; por su vuel­co ac­tual al maíz de­bi­do al au­ge del bio­com­bus­ti­ble; por su ta­la in­dis­cri­mi­na­da que ame­na­za con un ge­no­ci­dio a la po­bla­ción in­dí­ge­na del no­res­te ar­gen­ti­no; por con­ver­tir a to­da la po­bla­ción en re­hén de sus in­te­re­ses; por su in­fa­me y ofen­si­va ri­que­za a cos­ta de la des­nu­tri­ción y la muer­te de nues­tros ni­ños, mien­tras ellos se en­ri­que­cen con las for­tu­nas que les pro­vee un mer­ca­do in­ter­na­cio­nal co­yun­tu­ral­men­te fa­vo­ra­ble, de­bi­do a que otros pue­blos tam­bién mue­ren de ham­bre si no re­ci­ben los ali­men­tos de es­tos ver­da­de­ros bui­tres de la hu­ma­ni­dad.
¡Que se va­yan ellos! Que de­jen de cor­tar ru­tas con sus 4x4, los mis­mos que pi­die­ron re­pre­sión cuan­do las cor­ta­ron los de­so­cu­pa­dos (des­de Cu­tral Co en ade­lan­te) pa­ra que se vi­sua­li­ce que exis­te gen­te que pa­sa ham­bre en un país que ali­men­ta al 5% de la po­bla­ción mun­dial. Que no se con­fun­da el pue­blo cre­yen­do que, por­que se opo­nen al go­bier­no que nos ham­brea, ellos pue­den ser una op­ción. ¡No!, ellos son los mis­mos que fu­ga­ron ca­pi­ta­les al ex­te­rior y su­mie­ron al país en el es­ta­do de ce­sa­ción de pa­gos cu­yas con­se­cuen­cias car­ga­ron a nues­tra cuen­ta. Ellos son los gol­pis­tas de to­da la vi­da. Ellos son los gran­des so­cios de la ban­ca sa­quea­do­ra. Ellos son los due­ños de los fe­rro­ca­rri­les de car­ga pri­va­ti­za­dos que de­ja­ron por el sue­lo al trans­por­te de pa­sa­je­ros. Ellos son los que ama­sa­ron sus for­tu­nas –co­mo di­ría Sar­mien­to– vien­do “co­mo los to­ros se co­gen a las va­cas” u, hoy, vien­do co­mo cre­ce un plan­tín de so­ja que con­tra­ban­dean al Uru­guay pa­ra ex­por­tar des­de allí por­que en ese país no hay re­ten­cio­nes. Ellos son los que jue­gan al de­sa­bas­te­ci­mien­to, co­mo lo han he­cho siem­pre que un go­bier­no les to­có una mo­ne­da. Aho­ra, ade­más, ame­na­zan con ir­se a pro­du­cir a Pa­ra­guay o Bo­li­via. Só­lo por eso, se les de­be­rían con­fis­car de in­me­dia­to to­das sus cuen­tas y ex­pro­piar­les sus tie­rras.
Bas­ta de me­di­das ar­ti­fi­cia­les de un go­bier­no que es su prin­ci­pal so­cio; que ha pro­rro­ga­do ca­si has­ta el 2050 la ex­plo­ta­ción del pe­tró­leo y del gas en be­ne­fi­cio de las gran­des em­pre­sas mo­no­pó­li­cas ex­tran­je­ras. ¡No nos de­je­mos con­fun­dir! ¡Bas­ta de iz­quier­das que bus­can la “con­sig­na má­gi­ca” que sir­va “pa­ra mo­vi­li­zar” atrás de lo que sea y de quien sea, en nom­bre de una bas­tar­da in­ter­pre­ta­ción del “Pro­gra­ma de Tran­si­ción”! ¡Que no apo­yen, en nom­bre de Marx, Le­nin y Trotsky, a es­tos se­ño­res del ham­bre y de la in­fa­mia, y a su go­bier­no, que se en­ri­que­cen con el su­dor del pue­blo, y re­cla­man más y más!
Tam­bién de­pen­de de no­so­tros, de nues­tra re­fle­xión y de nues­tra ac­ti­tud, po­ner­le fre­no a es­tos gran­des ca­pi­ta­lis­tas que, en­ci­ma, nos quie­ren to­mar por ton­tos, si no­so­tros nos de­ja­mos.
¡QUE SE VA­YAN ELLOS! Que se va­yan to­dos los ex­plo­ta­do­res (na­cio­na­les e in­ter­na­cion­les), sus agen­tes po­lí­ti­cos, ju­di­cia­les, mi­li­ta­res, po­li­cia­les, ecle­siás­ti­cos; los Mo­ya­no y D’E­lía, y los re­pre­so­res.
Pa­ra que se va­yan; HAY QUE ECHAR­LOS, me­dian­te la mo­vi­li­za­ción po­pu­lar or­ga­ni­za­da en asam­bleas ba­rria­les y cam­pe­si­nas de ba­se, com­ple­ta­men­te in­de­pen­dien­tes de las pa­tro­na­les, de su Es­ta­do y de sus go­bier­nos de tur­no.

L. Ru­bia­les

32 años desaparecidos

Otro 24 de marzo:
32años de desaparición
de los
desaparecidos
18 meses SIN
Julio López:
NO NOS ACOSTUMBREMOS

En el Casino, en Gafa, en Dana, en la línea 60, en el Subte, en el Hospital Francés y el Clínicas; en Las Heras, en Salta; desde los docentes hasta los cartoneros… a lo largo y ancho del país todos los trabajadores que han peleado y/o pelean para no dejarse pisotear –en particular, para no perder el empleo– han encontrado una misma respuesta de sus patronales y del Gobierno: represión (mediante la Gendarmería, la Prefectura, la policía federal y las provinciales, los matones de los jerarcas sindicales y/o una combinación de todos ellos).
¿Qué pasa? ¿Es que los Kirchner son lo mismo que Menem, o que los militares? No; nada más alejado de la realidad. En primer lugar, porque los dirigentes existen, y nadie es “igual” a otro (ni siquiera Cristina es lo mismo que Néstor). En segundo lugar, porque existen distintas políticas para afrontar los mismos objetivos. No es lo mismo el que dice que durante los “años de plomo” hubo una guerra protagonizada por “dos demonios”, que quien dice que hubo terrorismo de Estado al servicio de grandes capitales, simbolizados en Martínez de Hoz. Sin dudas, no “son lo mismo”.
Tampoco es lo mismo pretender equiparar como “crímenes de lesa humanidad” a las aberraciones cometidas por los militares en el poder, con las acciones armadas de Montoneros o el ERP, más allá de que nosotros no compartamos su política, su ideología ni su metodología. Jamás puede equipararse la maquinaria del Estado –en su esencia, su aparato represivo– puesta a sembrar el terror, mediante todo el poderío que significa tener en la mano todos los resortes del poder, sus servicios de Inteligencia, las comunicaciones, etc., con las acciones armadas encaradas por grupos políticos opositores, que no tienen en sus manos los resortes del Estado. ¡Que no sigan diciendo tonterías los milicos valientes para enfrentar a gente desarmada que se esconden tras la pollera de la fascista señora Pando! ¡Que se dejen de enviar mails a las “Cartas de lectores” de La Nación, los que cuando tuvieron que “defender la soberanía”, como en Malvinas, sólo tuvieron decisión para rendirse; sólo tuvieron valentía para estaquear a los colimbas; sólo tuvieron iniciativas logísticas para robarse los alimentos que la población enviaba a los soldados.
Pero no fueron ellos los únicos que actuaron a partir del 24 de marzo de 1976. La UCR y el PJ les aportaron cientos de funcionarios para manejar las intendencias. Son los mismos que hoy siguen todavía dirigiendo los destinos del país, como el senador Antonio Cafiero, como Carlos Ruckauf. Son los mismos que previo al golpe firmaron el decreto de “aniquilamiento de la subversión”, tras dos años de haber armado hasta los dientes a la siniestra Triple A que asesinó a más de 1.500 luchadores obreros, de izquierda y populares, y que fue gestada bajo la presidencia del general Perón. Son los mismos jerarcas sindicales que hoy pactan con el Gobierno y que actuaron como sostén de la Triple A. Siguen las mismas grandes empresas a cuyo servicio actuaron los militares ante la incapacidad de Isabel Perón para domesticar a “la bestia obrera”. Siguen las mismas grandes empresas y monopolios imperialistas que fundaron la Apege en agosto de 1975 y organizaron el lock out patronal de febrero del ’76 para forzar el rumbo hacia la salida militar. Son los que ahora organizan el paro agrario porque no toleran que un gobierno bajo el cual vienen ganando más que nunca –por circunstancias internacionales coyunturales–, pretenda tocarles un centavo mediante retenciones, así sea que ellas vayan a parar de nuevo a sus bolsillos mediante sus suculentas cuentas en el exterior. Siguen los mismos empresarios que amasaron sus fortunas en aquellos años: son los Curi de Mafisa, la viuda de Noble de Clarín, los Fontevecchia de Perfil, los Benito Roggio, los Pérez Companc…
También actuó la misma Iglesia, hoy comandada por Ratzinger, que avaló al capellán Baseotto cuando dijo que al ex ministro de Salud, Ginés González García, había que tirarlo al mar con una piedra al cuello por proponer la despenalización del aborto. Es la misma Iglesia que bendijo los “vuelos de la muerte” que tiraban al Riachuelo a personas que estaban vivas… la misma que condena el vientre de las mujeres porque dice defender el “derecho del niño por nacer”!!! Es la misma Iglesia que abusa de niños en todo el planeta. Es la misma Iglesia que todavía no tuvo tiempo de pronunciarse sobre el cura Von Wernick, condenado por su participación en siete homicios, 31 casos de tortura y 42 secuestros.
En definitiva, sigue en el poder la misma clase dominante que gestó el golpe. Y los Kirchner, muy distintos a Videla, a Menem o a De la Rúa, pertenecen a esa misma clase dominante y para ella gobiernan.

Lo que explica que sigan
las muertes, la represión y
la impunidad, es que sigue el
capitalismo.
Por eso…, digan lo que digan los K, y por muchos cuadros de Videla que descuelguen de los colegios militares, son presa de su propio interés, que es el de la clase capitalista dominante. Por eso integran las tropas instaladas en Haití al servicio de los imperialismos. Por eso se rinden cobardemente en las reuniones de la OEA y el Grupo de Río, aunque les dé asco recibir un besito de Uribe. Por eso cancelan las deudas con el FMI y prometen hacerlo con el Club de París. Por eso resarcieron a los bancos después de la descomunal estafa que éstos cometieron en diciembre del 2001. Por eso no está preso Domingo Cavallo, pese a haber orquestado la fuga de US$ 10.000 millones al exterior una semana antes de poner el “corralito”. Por eso no está preso De la Rúa pese a haber asumido matando a dos trabajadores en Corrientes y a haberse fugado en helicóptero después de asesinar a más de 30 personas. Por eso no está preso Duhalde, pese a ser el responsable de la masacre de Avellaneda. Por eso no está preso Menem, pese a ser el responsable del acto de terrorismo de Estado cometido contra la sede de la Amia (entre tantas otras cosas, claro). Por eso no está preso el general Balza, hoy embajador en Colombia, pese a ser el responsable del asesinato del soldado Omar Carrasco y de la voladura de Río Tercero para esconder un contrabando de armas durante la guerra Perú-Ecuador. Por eso están en la nada las causas contra la Triple A e Isabel Martínez, amparada por la Iglesia mediante un pacto con Alfonsín que le garantizaba impunidad a cambio de que no volviera a meterse en la política nacional. Por eso son impotentes para encontrar siquiera una pista acerca de Julio López. Por eso Sobisch puede seguir reinando en Neuquén pese a ser el responsable del asesinato del maestro Carlos Fuentealba y del octogenario militante del MST, Lázaro Duarte. Por eso el represor Miguel Cavallo, alias “Sérpico” –preso en España–, pide ser extraditado para ser juzgado en la Argentina. Por eso, pese a que muchos juicios y miles de denuncias ya se hicieron bajo Alfonsín, en lugar de imponer un castigo liso y llano, volvieron los juicios para obligar a una lenta agonía a los testigos que sufrieron la represión, que deben declarar en cientos de causas por hechos de represión más que suficientemente comprobados; testimoniando una y otra vez lo mismo, para que algunos pocos carcamanes vayan presos antes de morir. Por eso se les va como agua entre los dedos la vida del represor Febres, que estaba dispuesto a “no caer solo” y declarar todo lo que sabía. Por eso alardean de que están a favor de que los genocidas vayan a cárceles comunes; como si eso garantizara que no los hagan callar en presidios donde la Penitenciaría es la que organiza y lucra con el control del delito; y donde, además, los presos “comunes” tendrían el doble castigo de cumplir su condena ¡y tener que convivir con terroristas de Estado! Por eso han tenido la mayor cantidad de presos y procesados entre los luchadores obreros en todo lo que va de la llamada “vuelta a la democracia”. Por eso, pese a los juicios, no han logrado una sola confesión que dé cuenta del destino de los desaparecidos o de los niños apropiados en cautiverio, ni de boca de los milicos ni de boca de la Iglesia, que desde el 2000 se declaró “arrepentida” pero jamás aportó sus archivos para echar luz sobre estos temas.
Por eso, este 24 de marzo proponemos autoconvocarnos para marchar de Congreso a Plaza de Mayo, con los compañeros de Memoria, Verdad y Justicia, para difundir esta óptica junto a la LSR, y para marchar juntos con todos los que crean que el genocidio es una herida abierta que tiene consecuencias en el presente, así no compartan con nosotros la misma apreciación de la realidad, o de este gobierno.
Nuestra política sólo encontrará sentido si millones y millones de gentes de bien están dispuestas a rebelarse contra el actual estado de cosas y podemos, en ese contexto, aportar nuestra propuesta socialista y revolucionaria. Por eso…

No nos reconciliamos, no olvidamos, no perdonamos.
1976-2008:
El mismo poder, el mismo Estado genocida, la misma clase dirigente
Por eso…
Necesitamos un movimiento de defensa de los derechos humanos y las libertades que no se maree con palabras bonitas ni ilusiones infundadas, como el “Nunca más” - Que se apoye en la memoria integral del pasado para orientarse en el presente - Que sea completamente independiente de las patronales, de su Estado, sus instituciones y sus gobiernos de turno.
CASTIGO A LOS ASESINOS
DE AYER Y DE HOY
Esclarecimiento del destino de los desaparecidos y los niños nacidos y apropiados en cautiverio:
QUE SE ABRAN LOS ARCHIVOS
de la Iglesia Católica, las fuerzas represivas y los servicios
LIBERTAD
a todos los presos políticos de Kirchner
BASTA
de persecución judicial a más de 5.000 luchadores obreros y populares

4-4-2007: Fusilan al maestro Carlos Fuentealba
21-2-2008: Muere apuñalado Lázaro Duarte (MST)
Sigue la IMPUNIDAD
LIBERTAD
a Agustín Acosta González, Roque Rodríguez Torales, Basiliano Cardozo Jiménez, Arístides Vera Silguero, Simeon Bordon Salinas y Gustavo Lezcano Espinola. Seis militantes del Partido Patria Libre de Paraguay, presos en la Argentina, al servicio del proestadounidense presidente Frutos.
Para solidarizarse con ellos:
comisionparaguay@yahoo.com.ar; fidela_argentina@yahoo.com.ar; ladh@velocom.com
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A las 16 en Av. de Mayo y Sgo. del Estero el 24 de marzo- LIGA SOCIALISTA REVOLUCIONARIA